Por Carlos Ignacio Uauy*

A propósito de la posibilidad que tendremos los chilenos de votar en el plebiscito del 26 de abril del año 2020 respecto a si queremos o no una nueva Constitución, ha surgido el debate que atañe a si ganara la alternativa de redactar una nueva Carta Fundamental, la opción de que la Convención (sea constituyente o mixta) tenga escaños asegurados en favor de determinados grupos.
En específico, el debate se ha generado respecto de garantizar participación a mujeres, pueblos originarios y personas independientes. En este sentido, lo que se intenta es, por un lado, adoptar un mecanismo institucional que incorpore a grupos históricamente excluidos en la toma de decisiones –como es el caso de los Pueblos Originarios- y, por el otro, lograr una igualdad de género que revierta la diferencia de trato a la que se han visto sometidas las mujeres a lo largo de la historia.

A favor de los escaños reservados.

En este contexto, aquellos que están en favor de asegurar escaños en la Convención Constituyente, aducen que estas medidas son herramientas para fortalecer nuestra democracia, toda vez que van dirigidas a grupos históricamente desventajosos. Un ejemplo de ello, es la actual composición del Congreso, que cuenta con 75% de parlamentarios hombres. Asimismo, recién el año 2018, asumieron las dos primeras diputadas mapuches de la historia.
Enseguida, agregan que, quienes aseveran que todas las personas tienen las mismas probabilidades de optar a un cargo público que implique la toma de decisiones relevantes supone, erradamente a su juicio, que hombres, mujeres y Pueblos Originarios, tienen idénticas posibilidades de acceder a escaños en órganos de representación popular, lo cual estaría lejos de la realidad, pues las barreras de acceso a dichos cargos son evidentes.

En contra de escaños reservados.

Quienes están en contra de adoptar estas medidas, argumentan que, de aplicarlas, sería contrario a la meritocracia, toda vez que la paridad de resultado podría implicar postergar a un candidato que ha obtenido más votos. En ese sentido, “Libertad y Desarrollo” ha expuesto que la paridad de resultados que se estaría instaurando provocará una distorsión de todos modos en favor de algunos. Esto, al ser de forma deliberada y ex ante, estaría tomando la decisión de favorecer a un grupo sobre otro, lo cual consideran anti democrático.
Asimismo, sostienen que, de asegurarse escaños, se estaría dejando a otros grupos de la sociedad fuera, lo cual es injusto y puede traer aparejada la elección de candidatos con escaza representación. Al respecto, reiteran una afectación a la democracia, puesto que se vulnera, en específico, la máxima de que cada persona representa un voto. En síntesis, se indica que las mujeres serían elegidas solo por su género y no por sus capacidades.

Procedimiento para asegurar escaños.

Al respecto, se han propuesto una serie de métodos para lograr el objetivo mencionado. Una opción, es explicada por el politólogo Mauricio Morales, quien indica que, a su juicio, la manera más idónea sería asignar exclusivamente para mujeres del 50% de los escaños que se realiza mediante un factor de corrección luego de haberse conocido el resultado electoral. Por ejemplo, en un distrito que reparte ocho escaños, los primeros cuatro escaños irían para las mujeres más votadas, dejando el resto de los escaños sujeto a una repartición de carácter proporcional.
Otra opción, sería entregar dos papeletas a cada votante, una con candidaturas de hombres y otra de mujeres. La tercera alternativa, podría ser el establecer cuotas igualitarias en cuanto a las candidaturas.
En definitiva, lo relevante de todo este proceso consistirá en consensuar una fórmula que, en caso de ganar la opción en favor de una nueva Constitución, garantice una manera justa, transparente y democrática el proceso electoral que se avecina.  

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* Investigador del Centro de Estudios Constitucionales y Administrativos de la Universidad Mayor.

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