En una reciente publicación se da a conocer el artículo “Australia y su sistema de voto obligatorio que facilita el proceso de inscripción”.
Se explica que si bien la inclusión de electores en el padrón se realiza de manera voluntaria, existe un formato amigable en línea para el registro. Asimismo, gracias a una ley constitucional, la Comisión Electoral de Australia tiene la posibilidad de cruzar información con otros organismos del Estado a fin de establecer un contacto directo con sus ciudadanos y facilitar su incorporación en el padrón.
A continuación, se asevera que la existencia de un órgano electoral fuerte y un sistema de inscripción rápido, hacen que más del 95 por ciento de la población en edad de votar esté inscrita en los registros electorales y cumpla con su deber cívico.
El documento recuerda que Australia introdujo el formato de inscripción obligatoria durante las elecciones federales de 1912. Tres años más tarde, en las elecciones estatales en el estado de Queensland, se estableció por primera vez la obligatoriedad del voto, decisión que se ratificó nueve años después en las elecciones federales en 1924. A partir de ese momento, el país oceánico no ha realizado modificaciones para revertir esta situación. Por el contrario, hasta nuestros días la legislación ha apuntado en perfeccionar la obligatoriedad.
Entre los argumentos utilizados a favor de este modelo, se sostiene que las votaciones son un deber cívico comparable a otros deberes como son el pago de impuestos, la educación o cumplir con el servicio de jurado.
A continuación se menciona la opinión de Miguel Ángel López, experto electoral y director adjunto del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile, quien asevera que este sistema tal como dice su nombre, obliga a los ciudadanos para que participen independientemente de su interés político, ideología o intención de voto. “Es beneficioso en algunos casos porque se produce una socialización obligada que va haciendo al ciudadano generar un hábito. Entonces, al cabo de varias veces el votante se empieza a acostumbrar a ejercer su ciudadanía. En el caso chileno, durante el sistema anterior donde el voto era obligatorio y la inscripción voluntaria, sucedió que toda la gente fue desarrollando características ciudadanas en la medida que participaba de una elección a otra. Generalmente, en las democracias con voto obligatorio la ciudadanía es más participativa”, dijo.
Luego, el documento arguye que el contexto global está marcado por la alta abstención en las democracias, por ejemplo, solo un 37 por ciento de los electores británicos votó por el Brexit y un cuarto del padrón estadounidense votó por Donald Trump como presidente. Sin embargo, esta situación no ocurre en el país oceánico, donde las personas son penalizadas por no votar o no inscribirse en los registros electorales.
Enseguida se destaca que el aspecto más interesante en el proceso de inscripción es la posibilidad de que los ciudadanos se inscriban y actualicen sus datos en línea. Los ciudadanos pueden inscribirse en 11 pasos simples, o actualizar sus datos electorales. Mediante exigentes protocolos para proteger los datos personales. De esta manera el organismo electoral se asegura que todos los ciudadanos que tengan un mínimo interés por inscribirse como votantes, tengan las facilidades para hacerlo.
Asimismo, el texto incluye otra opinión de Miguel Ángel López sobre el voto obligatorio, quien cree que éste puede tener atributos, sin embargo, pese a estar de acuerdo con este formato para nuestro país no recomendaría abandonar el sistema voluntario. “Eso es muy complicado, porque uno puede tomar este tipo de medidas, pero si se hace ahora va a quedar como una medida paliatoria con el poco interés que la gente tiene con la política. Ahí podría ocurrir un esquema muy grave, porque si regresamos al voto obligatorio, hay un porcentaje alto de personas que voten nulo y blanco, o se abstiene, se crearía un cuadro muy complicado porque los nulos o blancos podrían ser mucho más altos que los candidatos electos, entonces la legitimidad de todos ellos va a ser muy baja”, comentó.
En relación a la dificultad de sancionar a quienes no ejercieron su deber cívico, el experto electoral agregó que este es un proceso difícil y engorroso para las instituciones de nuestro país, ya que “si se estableciera una pena a los ciudadanos que no voten, va a ocurrir lo mismo que pasó durante lo últimos años del sistema antiguo, donde no se podía perseguir a las personas que no votaban porque eso significaba paralizar gran parte de los juzgados locales con este tipo de causas por mucho tiempo”.
Por último, y en relación con los supuestos de que las bajas votaciones benefician a un sector político, el politólogo se mostró en desacuerdo, pues no existen estudios en nuestro país que lo confirmen.Fuente:www.bcn.cl
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