Sr. Director:
A partir del episodio protagonizado por el senador Pizarro, y su asistencia al mundial de Rugby en momentos posteriores al terremoto que afectó a la región de Coquimbo, se comenzó a discutir, tanto en prensa como en el Parlamento, en torno a la naturaleza y la funcionalidad de la semana distrital (semana regional, en el caso del senador Pizarro).
En torno a dicha temática, empezaron a aparecer solicitudes que buscaban reformular el trabajo en el distrito y/o circunscripción. Las mismas iban desde la modificación del calendario legislativo –reduciendo así el trabajo de distrito a los días jueves y viernes–, a aquellas que simple y llanamente proponían eliminar la semana distrital –en beneficio de un ritmo más expedito en términos de trabajo legislativo, según palabras del diputado Auth.
Lo cierto es que, más allá de las propuestas, ha quedado en evidencia que existen problemas interpretativos, prácticos y funcionales –incluso por parte de los congresistas– en torno a una de las funciones esenciales del desempeño parlamentario: la de representación.
En el Perú –donde se observa con atención la reglamentación parlamentaria chilena–, al parecer supieron comprender dicha falencia y pudieron, en cierta medida, resolver el problema a través de la vinculación de informes obligatorios a los que se encuentran obligados los distintos congresistas en relación a su trabajo distrital.
Pero sin ir más lejos, fue justamente la casa de estudios a la que pertenezco la que, en la polémica licitación para mejorar la imagen del Congreso Nacional, realizada hace dos meses y declarada desierta, sugería “elaborar recomendaciones en torno a la reevaluación de la función de representación”, la que como queda de manifiesto, sigue siendo un curioso, poco atendido y hasta olvidado objeto de la función parlamentaria (Santiago, 13 octubre 2015)
Nicolás Freire Castello
Académico Escuela de Ciencia Política
Universidad Central de Chile