Columnistas
Samuel Fernández
Diplomado CDI Ginebra y UNITAR Nueva York. Ex Presidente Comités Jurídicos OMPI, FAO, y UNESCO.
Profesor Titular de Dº Internacional UCEN y otras Universidades. Profesor Academia Diplomática (ACADE).
Abogado (UC), Magister en Derecho (UCEN), Embajador (R). Académico Universitario y Profesor de la Academia Diplomática.
Ucrania martirizada.
En un mundo interconectado, donde todo se graba, registra u opina en redes, nada se oculta. El horror y destrucción de un hermoso país y su gente, sólo por decisión de un nuevo déspota que se ha incorporado a la historia. Eso sí, tenemos un elemento que no estuvo en ejemplos pasados. Esta vez, antes que desaparezca Vladimir Putin, ya ha sido juzgado lapidariamente, salvo por incondicionales.
Tiempos de (casi) guerra.
Los respaldos reflejan nuevamente una división mundial, que podría verse impelida a tomar partido por uno u otro bloque, dándole al conflicto una dimensión mayor a los territorios directamente involucrados. La peor realidad, si se desata una guerra de mayor alcance y duración.
Tambores de guerra.
La protección norteamericana se aprecia debilitada, luego de Afganistán. Centrada en temas internos y un Biden considerado vacilante y débil, que por nada, contemplaría acciones militares masivas en el este europeo. Sólo previendo más sanciones comerciales o bancarias, que serían perjudiciales para Rusia, aunque no lograren afectar gravemente a su seguridad ni hacer tambalear a Putin, dispuesto a resistirlas sin transar.
Relaciones exteriores de Estado y de gobierno.
La manera más buscada de aceptación, es intentar que la mayor parte de las posiciones decididas formen parte de las políticas de Estado, ya que estas se consideran convenientes y necesarias, sobre todo, porque procuran representar intereses nacionales comunes por sobre las contingencias ocasionales, al coincidir con conductas exteriores permanentes y desarrolladas por cualquier gobierno.