A dónde va Venezuela, puede ser una interrogante necesaria. Desde que asumió el Presidente Maduro, designado por Chávez y elegido en elecciones que ganó estrechamente, contra todo pronóstico; tuvo dos claras opciones. Abrir el país hacia una real democracia considerando la masa electoral que no lo apoyó. O bien endurecer y ampliar el control gubernamental. Optó por lo último, como una manera de cerrar el paso a toda otra posibilidad. Los resultados están a la vista, aunque tratándose de su proyecto revolucionario, con evidente preponderancia cubana y vasto apoyo de seguidores Latinoamericanos bolivarianos, resulta difícil intentar un análisis objetivo, y no cruzado por posiciones ideológicas. Baste decir que Venezuela es el único país petrolero que se empobrece. Un caso excepcional, mientras los demás gozan de envidiable bonanza económica. Estos resultados han golpeado fuertemente a la población, hoy drásticamente dividida entre partidarios y opositores, y desde hace un mes, variadas protestas ciudadanas los enfrentan, día a día, con muertos y heridos, y acusaciones mutuas. Una situación alarmante, sin diálogo entre las partes, ni el encuentro de alguna vía de solución.
Por su parte, tampoco hay posibilidades para alguna acción internacional fructífera. La OEA ha demostrado su incapacidad, y Maduro ha roto relaciones diplomáticas con Panamá, quien propuso examinar el caso en el organismo, fiel a su política de insultar y denunciar conspiraciones extranjeras. Estados Unidos ha vuelto a evidenciar su debilidad internacional, ya demostrada en Siria y ahora en Ukrania, y sigue siendo acusado de complotar e intervenir, según la tradicional postura cubana de hace cincuenta años, seguida fielmente por Maduro. Aunque sigue comprando el petróleo venezolano y sólo deplora lo que ocurre, y hasta podría restablecer las relaciones diplomáticas. Otras instancias como el Mercosur, o Unasur, sesionando en Santiago, sólo podrán hacer declaraciones tan líricas como inoperantes, equilibradas políticamente, ante la real división regional que impide toda acción decisiva. Vale decir, Venezuela sigue entregada a su suerte, la que está en manos de su población, y donde, por desgracia, no hay señales todavía de alcanzar una posible salida negociada, pues no hay negociación alguna, ni reconocimiento de la verdadera situación del país, por el Gobierno y la oposición. Ha sido revelador el que Maduro no viajara a Chile, perdiéndose una oportunidad de acaparar la atención y proseguir su campaña de amedrentamiento a quien se le cruce. No ha sido un acto de prudencia, sino de debilidad. Eso sí, positivo para nosotros, pues evitó las polarizaciones innecesarias cuando comenzamos una nueva administración.
Por lo dicho, Venezuela aún no se sabe a dónde va, pregunta que permanece sin respuesta, todavía.
ArtÃculos de Opinión
¿Quo vadis Venezuela?
A dónde va Venezuela, puede ser una interrogante necesaria. Desde que asumió el Presidente Maduro, designado por Chávez y elegido en elecciones que ganó estrechamente, contra todo pronóstico; tuvo dos claras opciones. Abrir el paÃs hacia una real democracia considerando la masa electoral que no lo apoyó. O bien endurecer y ampliar el control gubernamental.