Nixon: ¿Nada nuevo de importancia o sí?
Kissinger: Nada de mucha consecuencia. El asunto chileno se está consolidando y por supuesto, los periódicos sangran porque han derrocado un gobierno procomunista.
16 de septiembre de 1973
Es lógico imaginar que, en estos días, los ojos del mundo estén puestos en nosotros. No es menor, decidir la continuidad de una carta política siempre es un tema políticamente relevante. Pero más aún si aquella ostenta características como la nuestra. Para qué entrar en detalles.
LOS DESCARGOS
Ayer, The Wall Sreet Journal publicó una columna escrita por Mary Anastasia O’Grady titulada Chile’s Suicide Mission. A new constitution is likely to make the country poorer, more corrupt and less free. (Misión suicida de Chile. Es probable que una nueva constitución haga al país más pobre, más corrupto y menos libre). Independiente de la fuente y del autor, creo que es un deber ético poner en contexto las opiniones expuestas ad portas de nuestro plebiscito. Lo anterior me parece necesario, a pesar de que estemos hablando del periódico con más difusión en Estados Unidos controlado por uno de los magnates de los medios de comunicación más poderosos del mundo, acusado de intervinir las líneas telefónicas para obtener información privilegiada sobre las historias publicadas en su otrora propiedad británica[1] y a pesar de que la columnista integre la junta directiva de la ultraconservadora Liberty Fund, organización que a fines de los 70 apuntaló ideológicamente a Ronald Reagan y, antes de ser periodista, se formó en Wall Street, donde trabajó para Advest y la Merrill Lynch. Aun cuando O´Grady sea catalogada por sus pares por tenerle un desprecio “casi patológico por la realidad” enemiga de países populistas y todo lo que se le parezca, en especial, los de América Latina pero siendo consecuente con esa posición en su país, donde se opone a cualquier política que se corra mínimamente del liberalismo económico y sus cruces con los demócratas sean habituales[2]. Pero dejemos esos detalles fuera y vamos al contenido de la columna.
Para O´Grady sería obvio que Chile estuviera en la cúspide del suicidio político y económico colectivo ya que, a su juicio, una nueva Constitución pondría en riesgo el modelo de capitalismo democrático que llevó a la pobreza chilena de casi 70% en 1990 al 10% en 2018, junto con lograr la mayor movilidad social de acuerdo a un estudio en 2018 de la Cooperación y el Desarrollo Económico que tiene 16 países miembros. Le resulta difícil de entender por qué existe un respaldo popular para hacer estallar un sistema que ha tenido tanto éxito.
Aunque reconoce que el presidente de centroderecha Sebastián Piñera no ha podido cambiar las cosas cree que el bajo crecimiento por sí solo no se explica con ello, ya que para la columnista se debería a fuertes dosis de adoctrinamiento marxista en las universidades chilenas y la «igualdad» de ingresos de los intelectuales y los medios de comunicación que habrían inclinado al país hacia la izquierda. O´Grady atribuye a las medidas económicas de Bachelet el aumento de enojo social que habría motivado el estancamiento económico producto de sus medidas de altos impuestos y fuerte regulación. Aunque reconoce que la población ha mejorado.
En tono condescendiente y paternalista, indica que los militantes de “izquierda”, miembros de los gobiernos democráticos post dictadura, habrían convencido a los chilenos de que la fuente de su descontento sería la Constitución de 1980 que, a su entender, estableció un proceso para el retorno de la democracia a partir de 1988 luego que Pinochet entregara el poder “pacíficamente” en 1990. Con el mismo tono, describe cómo el actual Presidente no habría podido contener el violento ataque de quema y saqueo desatado hace un año en la nación y que habría dado origen al “triunfo” en el referéndum (¿?). Para O ‘Grady, nuestro plebiscito no sería un ejercicio de civismo, sino una rendición a los “terroristas de izquierda” que es poco probable que retrocedan porque pierden en política.
Desde ya augura que exista una alta probabilidad de que la nueva Constitución sea un desastre incoherente si es que la apuesta de la nueva carta es tratar de satisfacer el clamor “populista” por la justicia social aumentando el “poder monopolista” del Estado para redistribuir la riqueza, asimilándonos con los casos de Venezuela y Argentina.
LOS HECHOS
Creo que Mary Anastasia O’Grady realmente piensa que nos hace un favor al escribir tan enérgicas palabras ya que en su mente lo más seguro es que estemos en el escenario del Apocalipsis mismo, lo más próximo a los nueve círculos del Infierno de Dante. Y ella, desde su más profundo pensamiento conservador considera necesario advertir a estas ovejas descarriadas la necesidad de volver al rebaño tranquilo y económicamente desregulado del liberalismo. Lo más seguro que imagine a un Estado benefactor como un mostruo al estilo Leviatan (el de Biblia, no el hobbsiano)
Pero vamos por parte. De acuerdo al Banco Mundial, Chile ha sido una de las economías latinoamericanas que más rápido creció en las últimas décadas, debido a un marco económico sólido, que le ha permitido amortiguar los efectos de un contexto internacional volátil y reducir la pobreza[3]. Sin embargo, más del 30% de la población es económicamente vulnerable y la desigualdad de ingresos sigue siendo elevada. El déficit fiscal aumentó de 1,5% del PIB en 2018 a 2,7% en 2019, debido al gasto adicional en respuesta al descontento popular y a la desaceleración de la economía, los menores ingresos tributarios y la caída de las exportaciones de cobre. El déficit fue financiado en parte con medidas de contención fiscal, pero la deuda pública aumentó de 26% a 28%, en su mayor parte deuda interna. La protesta social reflejó una frustración ampliamente difundida de la población ante la elevada y persistente desigualdad de oportunidades, que se mantuvo a pesar de las importantes mejoras en los resultados sociales. Entre 2006 y 2017, Chile había reducido la pobreza de 19,6% a 3,7% y el porcentaje de población vulnerable se había reducido de 43,9% a 30,1%. No obstante, la desigualdad de ingresos medida según el coeficiente de Gini, se mantuvo en cerca de 0,44 en 2017, ubicándose entre las más altas de la región. La clase media en expansión percibe una alta desigualdad de oportunidades, debido a la segmentación de la oferta de servicios de educación y atención de salud y la segregación de los mercados laborales. Los trabajadores con contratos a plazo fijo tienen menor seguridad laboral y tradicionalmente no han tenido derecho a pagos de indemnización o seguro de desempleo, aunque algunas de estas carencias han sido atendidas por las medidas económicas adoptadas para mitigar los efectos del COVID-19 en los sectores vulnerables. Entre sus recomendaciones, estima que a mediano plazo, Chile necesita llegar a un consenso político en torno a políticas públicas para responder a las demandas sociales, promover un aumento de la productividad en el nivel inferior de distribución del ingreso, a través del impulso a la innovación, el fortalecimiento del vínculo entre educación y el mercado laboral y la promoción de la participación de la mujer en el trabajo, entre otros[4].
Luego, la OCDE estima que el ingreso medio disponible per cápita de Chile representa el segundo nivel de ingresos más bajo de la OCDE y que equivale a cerca de 40% del promedio de la OCDE. La desigualdad de ingresos es la segunda más alta de los países de la OCDE, después de México: el ingreso promedio del 10% más rico de la población chilena es 19 veces mayor que el ingreso del 10% más pobre, en comparación con el promedio de 9.3 en todos los países de la OCDE. La consecuencia de estos altos niveles de desigualdad es que tienden a obstaculizar la movilidad de ingresos y social: en Chile podría necesitarse que pasaran seis generaciones para que los descendientes de una familia ubicada en el 10% más bajo de la distribución de ingresos alcanzaran el ingreso promedio, en comparación con cuatro a cinco generaciones en promedio en todos los países de la OCDE[5].
En relación al trabajo, la tasa de empleo de Chile ha aumentado con lentitud pero con constancia durante las últimas décadas: un 63% aún por debajo del promedio de la OCDE de 69%. La brecha de género en materia de empleo persiste: sólo 53% de las mujeres chilenas de 15 a 64 años de edad tenían empleo, en comparación con 73% de los hombres. Alrededor de uno de cada dos trabajadores de Chile tiene cualificaciones que no se ajustan a su empleo, lo que representa el segundo mayor porcentaje entre los países de la OCDE (después de México): 30% de los trabajadores están sobrecalificados y 17% están insuficientemente cualificados. En términos comparativos, el desajuste en cualificaciones promedio en la OCDE es de 36%. Siete de cada 10 empleos en Chile que son difíciles de cubrir corresponden a ocupaciones de mediana cualificación, como los trabajadores que prestan servicios personales o los trabajadores que desempeñan oficios en las áreas eléctrica y electrónica. La demanda de profesionales de alta cualificación es considerablemente menor en Chile que en otros países de la OCDE en promedio y menos de 2 de cada 10 empleos con escasez de candidatos en Chile son “altamente cualificados” (desde puestos directivos a profesionales de alta cualificación en los sectores de atención de la salud, docencia o tecnologías de la información y la comunicación), en comparación con más de cinco de cada 10 en promedio en la OCDE.
Y si queremos llevar todos estos índices al cotidiano vivir estudios indican que la salud privada en Chile, al igual que la educación universitaria, se encuentra entre las más caras del mundo[6]. En un informe de la Fiscalía Nacional Económica se concluye que las salud privada en Chile está entre las más cara del mundo[7]. Un número relevante de cirugías y exámenes de clínicas privadas en Chile son más caros que en la mayoría de los países industrializados. En muchos casos, sólo le hace competencia el sistema privado de Estados Unidos versus Francia y Argentina que se encuentran entre los más baratos para ciertos procedimientos. El informe pone al sistema privado de salud al nivel de la educación universitaria chilena, que la OCDE dice que es «la educación superior más cara del mundo» y el único sistema en América Latina donde todas las universidades son pagadas, una situación que muchos estudiantes perciben como injusta. El estudio recomienda «investigar por qué algunas clínicas cobran más caro a sus clientes de isapre con convenios, que a pacientes que se atienden por Fonasa».
El estudio revela además que el 38% del gasto privado de salud se va a cubrir «gastos de bolsillo», lo que hace que el gasto privado total en salud represente casi la mitad (43%) del gasto nacional de salud y produce que el sistema se encarezca. Luego, estadísticas de la OCDE indican que Chile es uno de los países en que el gasto de bolsillo representa el porcentaje más alto en relación al gasto total en salud, superado sólo por Suiza y Grecia e igualado por México[8]. Por último, señala que existen muchas anomalías en el sistema que hacen improbable la toma racional de decisiones, pues el paciente no puede calcular -con referencia a su plan de salud- qué prestador le conviene para cada prestación. Estos se agudiza en las urgencias, hospitalizaciones y eventos catastróficos cuya planificación y control es mucho menor que en una intervención ambulatoria y que una parte importante de las utilidades de los holding de salud que controlan las Isapres sacan un porcentaje relevante de sus utilidades de sus clínicas conformadas en una integración vertical del sistema.
El escenario no mejora si revisamos áreas como las pensiones o la vivienda. Pero creo que los datos aportados demuestran de manera más que suficiente que vivimos insertos en un sistema cuyo capitalismo desregulado ha estrangulado las áreas más sensibles de la sociedad y las ha transformado en bienes de mercado destinadas al mejor postor. Quizá a O’Grady le parecerá justo que la salud, las pensiones y la educación sean bienes transables y que el destino de los que tuvieron la desdicha de nacer en la pobreza no pueda ser mejorado (a menos que también crea que deban levantarse más temprano, o quizá comprando flores o más común: que “es pobre porque es flojo”).
Nuestro proceso constituyente es, valga la redundancia: nuestro. Valen nuestros triunfos y valen nuestros errores porque de ellos aprenderemos. Hace 47 años atrás agentes externos generaron una debacle nacional quitándonos la democracia, no es de extrañar que ante lo que ellos entienden como una “nueva amenaza” quieran hacerlo de nuevo, aunque de manera menos dramática no así menos efectiva. Los miedos que generó la llamada “Chilezuela” también se desvanecieron y sólo apareció un país con un profundo descontento generado por décadas de desigualdades, abusos e injusticias. Son éstas las que han generado la necesidad de un cambio de Constitución, son demandas legítimas emanadas de la gente común y corriente que desea vivir en paz pero con dignidad. Quizas O´Grady no lo comprenda así, pero no importa. Porque seguramente ella no imagina lo que es vivir con 400.000 pesos o menos al mes, que es lo que gana la mitad de los trabajadores de Chile[9].
Lo más seguro es que nada de lo que augura la periodista de The Wall Street Journal ocurra, sino que la nueva Carta Política sea el inicio a la salida de nuestra crisis social por la vía de la democracia (“con empanada y vino tinto”) y no por medio de intervenciones políticas y boicots económicos al estilo guerra fría con las que el país del norte acostumbra a proteger sus intereses. Esta es nuestra democracia, nuestro país y nuestra Constitución. (Santiago, 21 octubre 2020)
[1] BBC News. Rupert Murdoch: el magnate en el banquillo. 19 de julio de 2011. En: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/07/110719_reino_unido_murdoch_parlamento_audiencia_jmp
[2] Lapoliticaonline.com Quién es Mary Anastasia O’Grady, la enemiga de Cristina en The Wall Street Journal. 14 de septiembre de 2015. En: https://www.lapoliticaonline.com/nota/92278-quien-es-mary-anastasia-ogrady-la-enemiga-de-cristina-en-the-wall-street-journal/
[3] BancoMundial. El Banco Mundial en Chile. 16 de abril de 2020. https://www.bancomundial.org/es/country/chile/overview
[4] Ibid.
[5] OECD. ¿Cómo se compara Chile? Society at a Glance 2019 © OECD 2019. En: https://www.oecd.org/chile/sag2019-chile-es.pdf
[6] Elmostrador.cl Salud privada en Chile -al igual que la educación universitaria- entre las más caras del mundo. 23 de marzo de 2013. https://www.elmostrador.cl/mercados/destacados-mercado/2013/03/23/salud-privada-en-chile-al-igual-que-la-educacion-universitaria-entre-las-mas-caras-del-mundo/
[7] FNE.GOB. MERCADO DE LA SALUD PRIVADA EN CHILE ESTUDIO SOLICITADO POR FISCALIA NACIONAL ECONOMICA. OCTUBRE 2012. Pontificia Universidad católica de Valparaíso. En: https://www.fne.gob.cl/wp-content/uploads/2012/11/INFORME-PUCV-MERCADO-SALUD.pdf
[8] OECD. Informe Goverment and Glace. Chile. 2019. En: https://www.oecd.org/gov/gov-at-a-glance-2019-chile.pdf
[9] CnnChile. INE: La mitad de los trabajadores en Chile recibe un sueldo igual o inferior a $400.000 al mes. 13 de agosto de 2019. En: https://www.cnnchile.com/economia/ine-la-mitad-de-los-trabajadores-en-chile-recibe-un-sueldo-igual-o-inferior-a-400-000-al-mes_20190813/