Artículos de Opinión

Nelson Mandela.

El corazón de la humanidad dejó de latir al conocerse la muerte de uno de sus más grandes líderes.

El corazón de la humanidad dejó de latir al conocerse la muerte de uno de sus más grandes líderes.
Mandela fue un gran abogado y un gran político.  Después  de estar preso durante más de 27 años por una condena que era de por vida, Mandela emergió como líder del Congreso Nacional Africano, partido creado para combatir el apartheid, propiciado  y sostenido por el Partido Nacional Sudafricano el que fue creado en 1948 con el objetivo político de consolidar la prevalencia de la minoría blanca sobre la inmensa mayoría negra de Sudáfrica.
En 1952 organizó una campaña de desobediencia civil que tuvo gran impacto en la población pero que encendió la persecución de la población negra con las fuerzas militares y costó numerosas vidas inocentes. Esto no arredró a Mandela quien organizó el Congreso del Pueblo, en 1955, en el cual se adoptó la “Carta de la Libertad”,  fuente ideológica de la lucha contra el apartheid.   
Durante esta difícil etapa para la población negra, Nelson Mandela junto con su colega Oliver Tambo fundaron un Estudio de abogados que se dedicó a proporcionar defensa y asesoría legal a los negros que eran perseguidos por sus labores de resistencia.
Mandela, desde su liberación en 1990, trabajó desde distintas posiciones con el Presidente Frederik de Klerk,  pero con la mira común de crear una República multirracial e igualitaria que concluyera con la odiosa discriminación que, en todos los sectores de la vida nacional, reinaba en el país. Esto se logró en 1994 con las primeras elecciones celebradas bajo el sistema de sufragio universal.
Por esta tarea titánica, ambos líderes habían obtenido el Premio Nobel de la Paz en 1993.
En 1994 Nelson  Mandela ganó las elecciones y fue Presidente de Sudáfrica hasta 1999. Desde ese cargo usó su genio político no sólo para reconciliar al país –arengando y vistiendo la camiseta del equipo campeón, integrado sólo por blancos, en un Mundial de Futbol–  sino que para producir un acercamiento entre ambas etnias invitando a niños blancos a barrios y escuelas de negros y haciendo lo mismo al revés,  porque decía –con razón– que los niños no hacen distingo por el color de la piel. 
La convivencia pacífica entre negros y blancos que parecía imposible a raíz del apartheid, fue lograda por Mandela a fuerza de paciencia, persuasión y acciones positivas de unidad. 
A la grandeza de hombres de la estatura de Mandela, de Lincoln, de Ghandi o de Martin Luther King,  que aparecen providencialmente en los momentos de crisis de sus naciones y que muchas veces mueren en la defensa de sus causas, al momento de la fatiga final de sus cuerpos habría que gritar a sus espíritus: “No te mueras nunca”; porque en ese espíritu se alimenta el porvenir de tu patria. 

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