Artículos de Opinión

La Teletón y la Dignidad de la Persona Humana.

"Muchas cosas se comentan sobre esta institución y sobre el espectáculo artístico conocido como las “27 horas de amor”, pero más allá de ello, quisiera reflexionar sobre las lecciones que nos deja la Teletón en relación a la dignidad de la persona humana".

Los días 2 y 3 de diciembre de este año, se llevó a cabo la vigésima cuarta versión de la Teletón. Esta fundación nace en 1978 producto de un esfuerzo de la televisión chilena liderada por Mario Kreutzberger. 
Muchas cosas se comentan sobre esta institución y sobre el espectáculo artístico conocido como las “27 horas de amor”, pero más allá de ello, quisiera reflexionar sobre las lecciones que nos deja la Teletón en relación a la dignidad de la persona humana.
El artículo 1° de la Constitución establece que: “las personas nacen libre e iguales en dignidad y derechos”, norma que incorpora en nuestro ordenamiento jurídico la cláusula de la dignidad humana. La dignidad es un principio objetivo presente en nuestra Carta Fundamental, que implica que toda persona por el hecho de ser tal merece protección especial por parte del Derecho, emanando de esa especial cualidad los derechos fundamentales de las personas. La dignidad no requiere una religión para ser reconocida, aunque considerando la mayoría religiosa de nuestro país, es importante señalar que para los cristianos la dignidad de la persona humana arranca del hecho de que Dios crea al ser humano a su imagen y semejanza.  
Sobre la dignidad ha afirmado el Tribunal Constitucional Federal Alemán: “donde hay vida humana corresponde atribuirle, consiguientemente la respectiva dignidad humana; no es determinante que el portador sea consciente de dicha dignidad, ni que sea capaz o no de defenderla por sí mismo. Las capacidades potenciales que se han incorporado al ser humano desde el principio son suficientes para fundamentar tal dignidad humana”. (Citado por, ROSALES RIGOL, Cecilia (2006): “Algunas Reflexiones entorno a la Dignidad y a la Vida Humana a propósito de una posible Reforma Constitucional”, Santiago, Jornadas de Derecho Público Universidad de Chile pp. 15-16)
A más de alguno se nos ha caído una lágrima con las conmovedoras historias de esfuerzo y superación de la Teletón, más de uno pensará que sucede si a mi hijo, sobrino o pariente cercano tuviese un problema al nacer, tuviese un accidente o cualquier otro evento desafortunado, que lo llevase a requerir de la atención de esa institución de beneficencia. Son historias que nos demuestran el invaluable valor de cada vida humana, independiente de las circunstancias de la vida. De cómo es posible con esfuerzo recuperar potencialidades que estaban supuestamente inutilizables, de cómo es posible llevar adelante una vida plena a pesar de las dificultades.
Hay discapacidades que tenemos los “no discapacitados” físicamente, las que no son tan evidentes como la de los niños de la Teletón, pero son incluso más limitantes, como la soberbia, el egoísmo, la intolerancia, los rencores, los odios, las heridas de nuestro corazón, la incapacidad de perdonar, la prepotencia, la mentira, en fin, todos esos defectos que nos impiden amar a los demás y ser felices. En los niños de la Teletón vemos esa capacidad de amar a toda prueba, de valorar su vida a pesar de todo. Muchas veces nos quejamos de lo que no tenemos, pero no somos capaces de ser felices con lo mucho que tenemos. Los niños de la Teletón nos dicen que la vida a pesar de todo es bella, y que vale mucho la pena vivirla.
Juntos como Sociedad Civil si podemos, sin necesidad del Estado, contribuir al bien común,  creando como dice nuestra Constitución: “las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible”. Si todos nos involucramos en los problemas del otro, no solo van a terminarse las dificultades de nuestro país, sino que vamos a ser más felices, ya que quedaremos con la misma satisfacción de cuando la Teletón logra la meta, la satisfacción de la tarea cumplida.
Las ganas de vivir de los niños de la Teletón nos recuerda con más fuerza que nunca, el valor del derecho a la vida, desde su concepción hasta la muerte natural. Que todo ser humano merece vivir, merece ser tratado con dignidad, recibir un tratamiento médico y que se respete su integridad física y psíquica. No hay niños de primera o de segunda, niños deseados y no deseados, todos tienen que ser niños tratados con dignidad, con amor, buscando su mayor felicidad, buscando su bienestar, donde si por cualquier circunstancia fallan sus padres biológicos, estemos nosotros como Sociedad y el Estado.
Nos debería violentar la conciencia el hecho de que se crea que es lícito el aborto por razones como: no “haber aptitud para la vida”, cuando vemos casos de niños que logran lo que parecía imposible; o por peor aún por la mera voluntad de la madre. El caso de aborto por violación es más delicado, pero la solución real no es la muerte, sino la vida y el apoyo a esa mujer que está en dificultades, como se apoya a los niños de la Teletón. El aborto atenta directamente contra la dignidad de la persona humana y el derecho a la vida.  
La Teletón es una obra que reafirma el valor de la dignidad de cada ser humano, el valor que tiene cada vida humana independiente de las circunstancias, y que ante las dificultades si todos hacemos un aporte podemos dar alegría y esperanza a un niño discapacitado, y si seguimos soñando y trabajando juntos, podemos cambiar Chile. La Constitución tiene como función primordial la defensa de la dignidad y de los derechos fundamentales de las personas. Estos derechos deben ser promovidos por el Estado y todas las personas, siendo una gran labor en ese sentido la Teletón. 

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