Andrés Allamand en su libro “La Salida”, advierte que en la política (las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias) habrá “cuatro esquinas”. Una de ellas será poblada por el PRO, Revolución Democrática, el MAS y la Izquierda Autónoma. Otra esquina quedará en manos de la Nueva Mayoría, como también en una diferente se situarán los nostálgicos de la Concertación (¿la DC?) y los descolgados de la centroderecha como Amplitud o Ciudadanos. Finalmente existirá una cuarta esquina donde se posicionará la centro derecha.
Lo que nos representa lúcidamente el Senador Allamand es básicamente que la geografía política de Chile ha variado, y que estas nuevas placas teutónicas de la fase agonal de la política permitirán la presencia de una mayor oferta ideológica y programática, por lo que habrán mayores alternativas de donde elegir de forma informada en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias (Congreso y Senado). En este sentido la toma de decisión de los ciudadanos en relación con su vota debiese propender, sin mayor dificultad a alguna de estas esquinas o también a la indiferencia.
Desde este contexto, resulta útil traer a colación el libro “La Paradoja de elegir porque menos es más” (The Paradox of Choice Why Less is More), de Barry Schwartz, donde este académico norteamericano pone en tela de juicio uno de los pilares argumentativos fundamentales de la teoría económica y la decisión de la elección racional, tan importante para el análisis económico del derecho.
En efecto, la proposición criticada es muy simple y lógica: mientras más alternativas de elección existan en el mercado mayor será el bienestar individual del agente económico ya que su toma de decisión siempre será más óptima. Es decir mientras más posibilidades existan de elegir, mayor será el bienestar y satisfacción de los agentes económicos. Habría entonces según la teoría económica una relación directa entre el aumento cuantitativo de las posibilidades de elegir de las personas y su calidad de vida.
Ahora bien, Schwartz concluye que esta proposición no se confirma cuando se supera un cierto umbral donde las alternativas de elección aumentan considerablemente. La paradoja de elegir nos muestra que en muchos casos cuando las alternativas de elección se expanden lo que en definitiva se genera es más bien insatisfacción (infelicidad) en los individuos, quienes enfrentados a una toma de decisión con demasiadas opciones de solución, tienden a caer presos de un desencantado y depresivo inmovilismo o parálisis que afecta la administración de su libertad de elegir e incentiva el abandono de la supuesta proactividad virtuosa que la amplitud de elección cobija.
Por otro lado, es sabido que las democracias más consolidadas poseen diseños institucionales que buscan justamente la consolidación de gobiernos de coalición, puesto que los mismos ofrecen mayor estabilidad a los sistemas políticos y permiten que los mismos formulen políticas públicas más coherentes y adaptables en el tiempo.
Sin perjuicio de lo anterior, estos arreglos institucionales tienden a limitar la oferta política a básicamente dos coaliciones, lo que naturalmente implica un número muy bajo de alternativas de elección para los ciudadanos.
Estos arreglos institucionales también han contribuido a restarle prestigio y legitimidad a la política, ya que la ciudadanía siente que no hay suficiente competencia en la oferta electoral y los partidos se encuentran divorciados de los problemas reales de la gente. Esto también ha contribuido a la merma constante y permanente de la participación ciudadana en elecciones periódicas.
En este sentido, si contrastamos la paradoja de elegir de Schwartz con las elecciones políticas de democracias avanzadas, podemos verificar que su proposición no se confirma del todo, ya que el menor número de alternativas de elección democrática, no estaría generando una mayor participación electoral de la ciudadanía sino que lo contrario. A menor oferta política nos encontramos con más inmovilismo y mayor desafección política, como también con un creciente malestar ciudadano.
La reforma al sistema electoral chileno implementada por la Nueva Mayoría, resulta ser un esfuerzo por generar justamente un sistema electoral binominal corregido (con más proporcionalidad), que busca superar estos efectos negativos de falta de competencia y representatividad, como también permitir el surgimiento de las cuatro esquinas que declara Allamand, al permitir mayores opciones de donde elegir y por constituirse en un incentivo para la participación en política aumente. Lo anterior se refleja no sólo en el alto número de candidatos presidenciales que tendremos en la elección presidencial este año, sino también en la multiplicación de nuevos movimientos y partidos políticos que buscan ser legalmente reconocidos por el SERVEL.
En este orden de cosas, y a la luz de nuestro nuevo sistema electoral, cabe por tanto volver a la pregunta que nos arroja la paradoja de elegir en el campo de la política: ¿Cuál es la cantidad adecuada de alternativas de elección que debe primar en el sistema político para generar mayor bienestar entre los individuos y evitar la parálisis de los ciudadanos en las próximas elecciones? ¿Alcanza con las cuatro esquinas de Allamand o debiésemos tener más o menos esquinas? La respuesta no parece ser para nada evidente. (Santiago, 16 mayo 2017)