“Me he preguntado muchas veces cómo serían los Diez Mandamientos si Moisés hubiera tenido que pasarlos por el Congreso de los Estados Unidos”, Ronald Reagan.
El miércoles 6 de enero del presente año, fue una jornada oscura para la democracia norteamericana, pues una turba de ciudadanos descontentos con los resultados de las últimas elecciones, hicieron ocupación en forma violenta, de las instalaciones del Parlamento estadounidense (Capitolio)[1]. Lo ocurrido fue condenado por distintos mandatarios en todo el mundo, concediendo que se trató de un episodio que atento en contra de la democracia, del libre desarrollo de los procesos eleccionarios y de las instituciones republicanas como el Parlamento.
El hecho ha evidenciado lo polarizada que se encuentra la sociedad norteamericana después de las últimas elecciones presidenciales, en la cual el candidato Demócrata Joe Biden, logro imponerse por sobre su contendor Republicano Donald Trump, y también las elecciones parlamentarias, en la cual los Demócratas obtienen mayoría en la Cámara de Representantes y logran equipar escaños con los Republicanos en la Cámara de Senadores.
Ante estos graves episodios de violencia política en Estados Unidos surgen diversas interrogantes, como el entender: ¿Qué respeto le entrega el ciudadano norteamericano a una institución republicana como el Parlamento? O más bien ¿Qué importancia tiene el Capitolio en la democracia norteamericana?, preguntar interesantes de analizar.
Para entender este fenómeno político, específicamente sobre la importancia y función del Parlamento en la vida democrática del país norteamericano, debemos conocer y comprender su desarrollo histórico, el cual va desde un dominio legislativo absoluto del Monarca y el Parlamento británico al surgimiento y concretización de las ideas liberales y republicanas de los colonos[2]. Veamos.
Los antecedentes sobre la génesis de la historia legislativa norteamericana se encuentran en las prácticas de las primeras épocas de la colonización, cobrando importancia la Carta Real de 1606, documento que organizaba a los poderes de las colonias, los cuales si bien se encontraban sujetos al poder del Monarca inglés, pero también, bajo los gobiernos de las compañías y los propietarios. En un principio los colonos tuvieron poca participación, sin embargo estos pugnaron por más libertades y derechos, transformando a América en un bagaje de ideas políticas bastante sólidas. Dichas ideas llevaron a la creación de asambleas más representativas, como lo ocurrido en las colonias de Virginia y Massachusetts, y en la cuales los colonos pudieron participar activamente. A pesar de dichos avances, la titularidad de la función legislativa para las colonias, seguía en manos del Parlamento británico (sobre todo en materias de imposición de contribuciones), sin embargo, en 1775 se reunieron en Nueva York un congreso de delegados de 9 de las 13 colonias para redactar un proyecto de garantías, el cual declaró que la facultad de imponerles contribuciones residía exclusivamente en sus propias legislaturas coloniales, contradiciendo directamente los mandatos del Monarca y su sistema político.
Como es sabido, el punto que marca una inflexión importante en los antecedentes de la vida parlamentaria norteamericana es el ocurrido el 4 de julio de 1776, pues las colonias se declaran libres e independientes de la monarquía británica, organizándose en una Confederación de 13 Estados. Desde un punto de vista institucional, el primer acercamiento para la creación de órgano “legislativo” fue el establecimiento de un “Congreso Confederal”, el cual estaba integrado por 2 a 7 representantes por Estado. Posteriormente, en 1787 se reúnen en Filadelfia los delegados de los diversos Estados, con la finalidad de mejorar algunos elementos, elaborando un proyecto de Constitución, que los transformaría desde una Confederación a una “Federación de Estados” y crearía un nuevo régimen de gobierno, el “presidencial”, junto con una división de poderes políticos basado en la teoría de los “checks and balances”, carta política vigente hasta el día de hoy.
El constituyente norteamericano estableció que el Parlamento debía tener una estructura bicameral, es decir, que estuviera compuesto por una Cámara de Representantes (United States Hause of Representatives), integrada por 435 miembros, y también por una Cámara de Senadores (United States Senate), integrada por 100 miembros. Tal como ocurrió en el sistema parlamentario inglés con la Cámara de los Comunes, la razón de establecer un Parlamento bicameral se debe al deseo que tuvieron los padres fundadores de los Estados Unidos, de crear una Cámara del “pueblo”, cercana a los problemas sociales, en contraposición a un Senado mucho más técnico desde un punto de vista legislativo y político, y además altamente elitista, alejado de las sensibilidades populares estadounidenses.
El sistema político norteamericano tiene un desarrollo relevante, pasando desde un autoritarismo de la Monarquía inglesa, a un sistema único, con instituciones estructuradas, con una colaboración permanente entre los poderes estatales (Casa Blanca, Senado y Corte Suprema norteamericana), y además con un correcto control político entre ellos.
Actos como el de “ocupar o asaltar” violentamente las instalaciones del Capitolio, evidencia que hay un grupo de ciudadanos que no entienden el privilegio de contar con un órgano legislativo democrático. Ello solo viene a desconocer una historia de esfuerzos y sacrificios realizados por los colonos norteamericanos siglos atrás, con la finalidad de lograr la independencia de sus territorios, y la libertad de poder parlamentar sus ideas, principios y sueños. Se debe partir de la base de que Poder Legislativo de los Estados Unidos juega un rol fundamental en la democracia, ya que permite la representación de la voluntad política de los diversos ciudadanos norteamericanos, equilibra las facultades legislativas con la Casa Blanca, posibilita legislar democráticamente las urgencias sociales y las políticas públicas que se presenten, colabora en el nombramiento de autoridades políticas, entre otros.
Si bien pueden existir muchas críticas a la labor legislativa y política realizada por el Parlamento norteamericano en los últimos años, ello no debe tener como resultado episodios como estos, que entorpecen procesos eleccionarios y degradan instituciones republicanas de todos los ciudadanos estadounidenses.
Para entender de mejor manera la importancia de un Poder Legislativo, Parlamento, Congreso o Asamblea en cualquier régimen democrático, se contempla un binomio de carácter indisoluble: “no existen democracias sin Parlamentos, ni Parlamentos sin un régimen democrático que lo sustente” (Parlamento/democracia). (Santiago, 13 enero 2021)
[1] Sardarizadeh, Shayan, Lussenhop, Jessica. BBC: Asalto al Capitolio: Los 65 días que desembocaron en el caos en Washington. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55613105 . [Consultado el 12 de enero de 2021].
[2] Capitulo primero: Historia del Parlamento. Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Pág. 8, 9, 10,11. Disponible en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/libro.htm?l=4236 [Consultado el 12 de enero de 2021].
Artículos de Opinión
La importancia del Parlamento para la democracia norteamericana.
Actos como el de “ocupar o asaltar” violentamente las instalaciones del Capitolio, evidencia que hay un grupo de ciudadanos que no entienden el privilegio de contar con un órgano legislativo democrático.