Estas elecciones norteamericanas han sido particularmente agresivas y descalificatorias. Se anticipaba que así serían, no sólo por las precedentes, sino porque a lo largo de la administración de Donald Trump, el criticarlo con dureza por sus no partidarios, ha sido la constante. Algo similar ha venido ocurriendo fuera de Estados Unidos, donde por lo general, es atacado por todo lo que hace o deja de hacer, como si nunca tuviera un acierto, o fuere responsable de lo que ocurre en su país, y en cualquier otro. Un factor a ser considerado en esta oportunidad, dado que la elección a Presidente o Vicepresidente, tiene consecuencias internas como externas. Sobre todo, si las encuestas no son enteramente confiables, y más veces han errado que acertado, o bien, porque obedecen a intereses definidos, a favor o en contra de los postulantes. La verdad es que no hay pronósticos infalibles, y sólo se puede afirmar que será sumamente reñida.
El oponerse a Trump, es igualmente lo esperable, pues pocas figuras internacionales, han sido tan descalificadas por quienes opinen sobre Estados Unidos. En contraposición, ensalzan a Baiden, su contendor, aunque se muestre vacilante, propenso a equivocarse, y más frágil. En el caso de Trump, obtenga o no resultados, es inmediatamente vilipendiado por los Demócratas, y otro tanto hacen ex colaboradores despechados, intelectuales que lo ningunean, profesionales que se sienten superiores, artistas con o sin fama, y hasta familiares furiosos por razones íntimas, o aprovechando serlo, lo que les da una efímera tribuna mediática. Es lo habitualmente practicado por ciertos medios de prensa, algunas cadenas de televisión mundiales y diarios de gran circulación, que siempre lo atacan, a veces de manera obsesiva. Para ellos, nada hace bien, ni tiene partidarios, ni votantes que lo eligieron o pudieren reelegirlo. Todo vale para hablar mal de Trump. Tampoco podemos olvidar a los activos anti-norteamericanos, que lo demuestran en toda ocasión. En definitiva, ser pro Tump, no es aceptable ni correcto.
Su situación no es casual, y ha contribuido en gran medida a su propia imagen. Arrogante, agresivo, inesperado, mal educado, y se podrían agregar tantos adjetivos descalificatorios. En una palabra: insoportable. Jamás lo invitaríamos a nuestra casa para pasar un buen momento. Y sin embargo, ganó la Presidencia de la primera potencia mundial, y pelea su reelección. Es millonario y conocido universalmente. Nada mal para alguien tan poco dotado. O los norteamericanos que lo eligieron están profundamente equivocados, o ven atributos que nadie más detecta. Tal vez sea necesario mirar este caso peculiar, con algo más de racionalidad, sin verse arrastrados por la tendencia imperante, y en suma, con mayor objetividad.
El elector común norteamericano, busca liderazgos políticos prácticos, que les garantice su sistema de vida y los deje trabajar en paz, sin interferencias. Las grandes ideologías, o situaciones mundiales, usualmente no están dentro de las prioridades de los habitantes de Condados, ciudades pequeñas o suburbios. Sus objetivos son simples, locales, y más domésticos. Les basta que su Presidente los garantice, sin amenazas. Es el votante de este 3 de noviembre que apunta Trump, y que incidirá en la Cámara de Representantes, y parte del Senado que se renuevan. Para Presidente, son los Electores que lo elegirán indirectamente, Estado a Estado. En 48 de los 50 de la Unión, el que gana más electores, consigue todos los demás. Miles ya han votado por correo, y no han visto los debates, ni verán los que vengan, ya decidieron.
No procura convencer a adversarios, se centra en partidarios e indecisos, y en lograr las mayorías Republicanas. Insiste en el lema “America first”, y lo resalta en contraposición a Obama, argumentando que fue condescendiente hasta con enemigos, y muestra a Baiden como su débil continuador, más izquierdista. Afirma que ahí están esos enemigos, igual que antes o más poderosos, y que sus resultados fueron escasos. Demuestra tener el poder de contrarrestarlos, sin vacilaciones, nunca debilidad. En el debate, no dejó hablar a Baiden, lo llevó al insulto y la confrontación. ¿Alguien recuerda alguna idea de fondo suya? Muy pocos. ¿Se logró diferenciar entre ellos las posiciones respecto a China, Rusia, India, Turquía, Irán, Venezuela, y tantos otros asuntos mundiales? Para nada. Trump, sólo buscó destacar él, crear la noticia y quedarse con ella. Los demás desaparecen, sólo él importa. Y el resto del mundo, puede opinar lo que quiera, total no es norteamericano, ni vota.
¿Funcionará una vez más para reelegirlo? Contagiado con Coronavirus se muestra orgulloso de haberlo superado, para mostrarse imbatible. Se han retrasados los próximos debates, por lo que en verdad, no sabemos si serán determinantes. Nuevamente y como hace ocho meses, todo gira en torno a la pandemia, los aciertos y las equivocaciones, o bien respecto a temas menores, si se paseó con o sin mascarilla, si pudo contagiar a otros, si utilizó tal o cual medicamento. Nada de temas trascendentes, internos o internacionales. Da la impresión de que ahora todos son expertos en la pandemia, si bien en nada contribuyeron al inicio. Criticar a Trump es la constante, más que defender un proyecto de gobierno alternativo. Si pierde, festejarán como si se libraran de alguien indeseable. Si gana, los ataques podrán redoblarse. En definitiva, un país que se muestra dividido. Por lo tanto, vaticinar un resultado, sería irresponsable. (Santiago, 13 octubre 2020)
Artículos de Opinión
La constante de oponerse a Trump.
El oponerse a Trump, es igualmente lo esperable, pues pocas figuras internacionales, han sido tan descalificadas por quienes opinen sobre Estados Unidos. En contraposición, ensalzan a Baiden, su contendor, aunque se muestre vacilante, propenso a equivocarse, y más frágil.