Artículos de Opinión

Elecciones, fraudes y golpes en el Perú.

Los últimos 40 años de nuestra república han significado un notable avance frente a los 160 previos sellados por sucesivos golpes militares que impidieron la consolidación del poder civil y de la democracia en nuestro país. Es un avance que debemos celebrar, pero sobre todo preservar. No debemos olvidar que nuestra propia Constitución en su artículo 169 dispone lo siguiente: “Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no son deliberantes. Están subordinadas al poder constitucional”.

El próximo 28 de julio de 2021, la república en el Perú cumplirá 200 años de creación, pero ¿cuántos años de democracia hemos tenido durante estos dos siglos? Debemos recordar que durante el siglo XIX nuestro país estuvo gobernando, casi en su totalidad, por caudillos y cúpulas militares que se turnaron el poder mediante sucesivos golpes de Estado.
Ahora bien, si revisamos la historia política del siglo XIX podríamos identificar tres elecciones importantes: 1) La elección de Ramón Castilla, quien gobernó en dos periodos 1845-1851 y 1858-1862; 2) La elección de Manuel Pardo y Lavalle, fundador del Partido Civil (el primero de nuestra historia), quien gobernó en el periodo 1872-1876; y 3) La elección de Nicolás de Piérola, fundador del Partido Demócrata, quien gobernó en el periodo 1895-1899.
Sobre las elecciones del siglo XIX
Al respecto, es necesario recordar que la mayoría de ellas no solo fueron indirectas (es decir, a través de los denominados colegios electorales) sino fraudulentas. Como lo señala Alfredo Torres, en su libro “Elecciones y Decepciones. Historia de una democracia en construcción” (Editorial Planeta: 2020), la adulteración de los votos, la intimidación de los electores, la manipulación de los organismos electorales y la violencia en las mesas de votación eran prácticas habituales.
Sin embargo, también se presentaron elecciones importantes, como las descritas previamente, que marcaron un avance en el campo electoral. Así, por ejemplo, la elección de Manuel Pardo y Lavalle, considerada, a pesar de haberse dado con sufragio indirecto, como la primera elección auténticamente democrática en el Perú, puso fin a una cadena ininterrumpida de gobiernos militares.
Del mismo modo, la elección de Nicolás de Piérola permitió que una vez instalado en el Gobierno reformara el sistema electoral para introducir el voto directo (como es ahora), así como la creación de una entidad electoral como la Junta Electoral Nacional que tenía como función el registro de los electores hábiles y el escrutinio de los votos; pero que impuso una severa limitación: “estableció que únicamente podían participar en las elecciones los ciudadanos varones mayores de 21 años que supiesen leer y escribir (voto censitario)”.
Así llegamos al siglo XX, con elecciones directas, pero en las cuales el voto seguía siendo público, debiendo sumarle a ello las deficiencias en la elaboración del registro electoral. Así fue elegido Augusto Leguía en 1919, con el 70% de los votos válidos, en un proceso que contó con el mayor número de electores e índice de competitividad hasta ese momento.
Sobre las elecciones del siglo XX
Este periodo se inicia en 1931 cuando la Junta Nacional de Gobierno, presidida por David Samanez Ocampo, creó el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), concebido como un organismo técnico encargado del registro electoral, la organización electoral, y la solución de controversias. Asimismo, se apostó por un sistema de cédulas electorales iguales, se creó la “libreta electoral”, y se instauró el voto secreto y obligatorio. Así fue elegido en 1931 Sánchez Cerro, fundador del Partido Unión Revolucionaria, con el 51% de los votos válidos.
Cabe precisar que, si bien la creación del JNE constituye un avance en la modernización del proceso electoral en el Perú, lo cierto es que en 1931 solo los hombres alfabetos mayores de 21 años votaron. Las mujeres lo harían recién en 1956, los analfabetos y los jóvenes de 18 años, a partir de 1978. Por eso, las elecciones de 1980 fueron las primeras en las que la mayor parte de la población electoral mayor de 18 años pudo participar: 6.5 millones de los 9 millones de ciudadanos de entonces.
Elecciones y golpes (1931-1980)
En este periodo de nuestra historia, marcado por avances y retrocesos en el proceso democratizador, con el movimiento populista dispuesto a acabar con el poder de la oligarquía, el Perú tuvo 13 presidentes, de los cuales menos de la mitad (6) surgieron de elecciones; sin embargo, solo cuatro de ellos lo hicieron mediante elecciones que podríamos calificar como competitivas: 1) Sánchez Cerro (1931-1933), 2) José Luis Bustamante y Rivero (1945-1948), Manuel Prado (1956-1962); y 4) Fernando Belaunde (1963-968).
Sin embargo, cabe precisar que ninguno de los cuatro ex presidentes de la República mencionados logró concluir su mandato. El primero murió asesinado por un militante aprista en 1933, crimen por el cual, sumado a otros actos de violencia, el Partido Aprista fue proscrito por muchos años. Los otros tres fueron derrocados por golpes militares: 1) A Bustamante y Rivero lo derrocó el general Manuel Odría en 1948 (con el apoyo del APRA), 2) A Manuel Prado lo derrocó una Junta Militar en 1962, para impedir el triunfo de Haya de la Torre, líder del Partido Aprista, impidiéndole culminar su mandato; y 3) A Fernando Belaunde lo derrocó Velasco Alvarado en 1968, luego de una crisis de gobernabilidad ocasionada por la coalición formada entre el Partido Aprista y el Partido Unión Nacional Odriísta.
Así, el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, bajo la conducción dictatorial de Velasco, sacaría adelante un conjunto de reformas estructurales en el campo social y económico, que inspiradas en la prédica socialista apostaron por la construcción de una democracia social de participación plena. Luego, en agosto de 1975, Velasco sería derrocado por Francisco Morales Bermúdez, presidente del Consejo de Ministros, iniciando la segunda fase de la dictadura militar en la que se desmontaron muchas de las reformas impulsadas por Velasco. Al final del proceso, Morales Bermúdez llamó a una Asamblea Constituyente en 1978 y, finalmente, a elecciones generales en 1980
Cuarenta años de elecciones
En 1980 el Perú retorna al orden constitucional subiéndose a la cresta de la denominada “tercera ola democratizadora”. En los siguientes cuarenta años, el Perú tuvo nueve elecciones generales y ningún golpe militar. Lo que sí tuvimos fueron dos graves atentados al orden democrático perpetrados por el Gobierno autoritario de Alberto Fujimori: 1) La disolución inconstitucional del Congreso de la República en 1992, que lo convirtió en un golpista civil; y 2) La elección fraudulenta en 2000, que le permitió ser reelegido para un tercer mandato violando abiertamente la Constitución Política cuya aprobación él mismo había promovido.
En todo caso, siguiendo lo expuesto por Alfredo Torres, sobre este periodo de nuestra historia, podemos hacer el siguiente balance: “En total, entre 1980 y el 2020, el Perú en pleno ha acudido a las urnas 30 veces, incluyendo elecciones generales, referéndums, elecciones para gobernadores y alcaldes, sin contar algunas votaciones de revocatorias municipales y elecciones complementarias. De las 30 votaciones generales, 28 fueron razonablemente competitivas y democráticas. Solo las elecciones presidenciales del año 2000 fueron controvertidas por la comprobada manipulación de gran parte de la televisión de señal abierta para favorecer la inconstitucional reelección de Fujimori”.
En suma, los últimos 40 años de nuestra república han significado un notable avance frente a los 160 previos sellados por sucesivos golpes militares que impidieron la consolidación del poder civil y de la democracia en nuestro país. Es un avance que debemos celebrar, pero sobre todo preservar. No debemos olvidar que nuestra propia Constitución en su artículo 169 dispone lo siguiente: “Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no son deliberantes. Están subordinadas al poder constitucional”.
Siendo ello así, los demócratas, quienes realmente creemos en las libertades y en el respeto por el Estado Constitucional de Derecho, debemos cerrar filas y enfrentarnos a quienes con nostalgia reclaman la vuelta al poder de los tanques y las bayonetas. La democracia, siempre imperfecta y limitada, será siempre superior a cualquier dictadura, porque a diferencia de los autoritarismos civiles o militares, es la única forma de gobierno que le permite a los ciudadanos ejercer control sobre el poder político, ya sea de manera directa o a través de sus representantes. (Santiago, 27 junio 2021)
 
 

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