Artículos de Opinión

El candidato ideal en Perú

Una de las consecuencias de la debilidad de los partidos políticos en el Perú, señala el presidente ejecutivo de Ipsos Perú, Alfredo Torres, es que las adhesiones son muy fugaces. Los candidatos suelen hacer promesas desmesuradas para ganar una elección y, luego, cuando son elegidos y no pueden cumplir con ellas, el electorado los abandona y se inclina por una alternativa que generalmente representa lo contrario al gobierno en ejercicio.

Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú, publicó un libro titulado “Elecciones y Decepciones. Historia de una democracia en construcción” (Editorial Planeta: 2020), en el que no solo hace -como se lee en la contratapa- una revisión de los procesos electorales de nuestro país de los últimos cuarenta años, sino, además, presenta un minucioso análisis sobre el otro gran actor político: los electores.
Al respecto, aprovecharé el contexto electoral por el que estamos atravesando (una segunda vuelta altamente polarizada) para compartir el contenido y alcances de uno de los capítulos del libro: Capítulo 6 “El Candidato Ideal”, partiendo por reconocer, como lo hace el autor, que no existe un candidato ideal para todos los votantes, precisamente, porque el electorado es muy diverso y tiene diferentes puntos de vista, y que algunas condiciones frecuentes en otros países no lo son tanto en el Perú, como contar con una buena base partidaria, por ejemplo.
Así, nos recuerda el autor, en una encuesta nacional de Ipsos de octubre del 2020, las principales respuestas sobre las cualidades que debe tener un presidente fueron: ser honrado (57%), tener visión de futuro (37%), ser un líder (34%), tener buenas propuestas (30%), tener experiencia (28%), entender los problemas de gente como uno (23%), ser sincero (22%), ser trabajador (21%) y representar un cambio (13%). Estas respuestas, brindan luces sobre las preferencias ciudadanas, pero requieren ser confrontadas -como lo hace el autor- con el comportamiento del electorado en las últimas décadas.
La (poca) importancia del partido
Al respecto, Torres afirma que la imagen de los partidos políticos -tradicionales y nuevos- se ha deteriorado aún más porque, de todos los presidentes elegidos entre 1985 y 2016, se cuestiona severamente su integridad. Alberto Fujimori está en prisión, condenado por violaciones a los derechos humanos y corrupción. Alan García se suicidó antes de sufrir una prisión preventiva. Toledo, Humala y Kuczynski han alternado detenciones preventivas y prisión domiciliaria mientras se les investiga por diversas acusaciones. Entonces, subraya Torres, luego de Lava Jato, es probable que quienes hayan participado en campañas electorales que estuvieron manchadas por contribuciones irregulares sean percibidos como parte de lo viejo conocido y estén en desventaja. Por ello, lo más probable es que los electores busquen rostros nuevos donde cifrar su esperanza.
La ventaja de ser conocido
Ser el candidato más conocido al inicio de una campaña electoral, expone Torres, tiene una desventaja y esta es que, en alguna medida, se encuentra en esa ubicación porque su nombre es más recordado, pero luego, conforme los electores empiezan a escuchar a los demás candidatos, muchos emigran a favor de algunos de ellos. Así ocurrió con el expresidente Valentín Paniagua en el 2006 y con el exalcalde de Lima Luis Castañeda en el 2011. Tanto Paniagua como Castañeda terminaron quinto lugar, nos recuerda Torres.
El candidato del cambio
Una de las consecuencias de la debilidad de los partidos políticos en el Perú, señala Torres, es que las adhesiones son muy fugaces. Los candidatos suelen hacer promesas desmesuradas para ganar una elección y, luego, cuando son elegidos y no pueden cumplir con ellas, el electorado los abandona y se inclina por una alternativa que generalmente representa lo contrario al gobierno en ejercicio. En ese sentido, para Torres, los errores y limitaciones de un gobernante sirven de base para construir el perfil de su sucesor. Por ello, dada la crisis política del 2020, es probable, vaticinaba Torres, que la tendencia a buscar un candidato nuevo, alejado del establishment político, volviera a presentarse en el 2021. Al parecer, Torres no se equivocó.
Honestidad y sinceridad
La honestidad, la sinceridad y, en general, la integridad, son valores muy apreciados en cualquier ser humano. Sin duda, propone Torres, la prensa de investigación puede ayudar a descubrir los candidatos que carecen de la misma, pero eso requiere recursos y tiempo. Es más, los procesos electorales largos facilitan las investigaciones, pero la campaña del 2021, anticipaba Torres, sería muy corta, y el riesgo, en cambio, es que candidatos honestos sean víctimas de campañas negativas, plagadas de falsedades, que buscan, justamente, que no se diferencien de los corruptos. Al parecer, Torres no se equivocó.
Experiencia y propuesta
La experiencia es una cualidad valorada, sin lugar a dudas. No obstante, Torres nos advierte que la historia de los últimos cuarenta años desmiente su importancia. Así, el caso más clamoroso fue el de García, quien fue elegido la primera vez en 1985, sin haber tenido otro empleo relevante que el de parlamentario. Keiko Fujimori casi fue elegida en el 2016 con la misma limitada experiencia profesional. Pero, también, estuvieron los casos de Toledo y Humala, quienes nunca ejercieron un cargo de responsabilidad significativa antes de ser elegidos en el 2001 y en el 2011, respectivamente, recuerda Torres.
Del mismo modo, sobre el plan de gobierno, Torres reconoce que muy pocos leen los planes de gobierno -a veces, ni siquiera los mismos candidatos los leen- y su mera existencia no garantiza su cumplimiento. Así ocurrió con el plan de gobierno presentado por Humala en el 2011: en la primera vuelta habló de “La Gran Transformación”; pero en la segunda vuelta cambió a “La Hoja de Ruta”. Lo que sí es cierto, precisa Torres, es que la ciudadanía espera que el candidato sea consciente de cuáles son sus principales preocupaciones y que tenga ideas y propuestas para solucionar esos problemas. Esas ideas fuerza (que a veces son la base de los slogans de campaña) pueden definir votos.
Cercanía y empatía
Para Torres, la cercanía y la empatía son cualidades fundamentales en una campaña electoral. Los electores prefieren votar por alguien que los entienda y lo sientan cercano. La cercanía genera identificación, que es uno de los motores del voto. Por tanto, afirma Torres, un candidato con calle, con barrio, tiene ventaja sobre alguien que es percibido como de “cuna de oro” o de clase alta.
Pero, el factor más determinante del voto, según Torres, no es la cercanía, sino la empatía, el sentir que el candidato es una persona que comprende las dificultades por las que atraviesan los distintos tipos de ciudadanos que tiene una palabra de aliento para cada uno de ellos. Entonces, si los electores sienten que esos candidatos los escuchan y los aprecian, pueden estar dispuestos a votar por ellos. Por último, apunta Torres, los sectores de menores recursos, en especial, son los que más valoran esta sensibilidad.
El estratega de campaña
La clave en una estrategia de campaña, plantea Torres, es saber atraer a los indecisos al final. Para ello, los candidatos tienen que conocer bien el perfil de los distintos tipos de indecisos. Sobre este punto, Torres identifica tres grupos: 1) Los que dicen que no votarían por ningún candidato o votarían en blanco; 2) Los que no se sienten identificados con el que va primero en las encuestas de intención de voto, pero no terminan de decidirse por el que va segundo, tercero o cuarto lugar; y 3) Los que no quieren “perder su voto”, prefiriendo votar por el “mal menor”.
Liderazgo, visión y carisma
Según lo expone Torres, un líder político con visión y carisma suele ser una persona apasionada, creativa y de gran agudeza mental. Suele tener facilidad para contar historias y sentido del humor. Tiene la habilidad para adaptar su mensaje a distintos grupos sociales de manera convincente. Pero también sabe escuchar y contestar con sensibilidad. Nada de lo cual, precisa Torres, garantiza que vaya a ser un buen gobernante, pero sí que puede arrasar en una elección, y es que un candidato con estas características puede romper todos los diques y atraer votos de una gama muy amplia de creencias ideológicas.
Finalizo reiterando lo dicho por Torres: “Ser una figura conocida es una condición necesaria, como también poder diferenciarse con claridad del gobernante en ejercicio”. (Santiago, 29 de abril 2021)
 

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