Es un hecho que las temperaturas han sufrido modificación en las últimas décadas. Las mismas mantienen un aumento sostenido donde el mismo ha provocado un cambio del clima. El Derecho no ha dejado de atender a dicho problema en sus causas y efectos. Existen tratados internacionales que buscan disminuir las causas de dicha elevación de temperaturas y se ha propuesto un anteproyecto de ley sobre el cambio climático en Chile. Lamentablemente tanto la discusión sobre el tema como algunos problemas que o son causa del cambio del clima o posibles efectos del mismo han sido poco analizados.
El cambio del clima es algo que se ha desarrollado en la historio de la humanidad, pero no había sido percibido cercano sino desde los cambios existentes producto de la revolución industrial donde los combustibles fósiles adquirieron predominancia. Estos combustibles provocaron una profundización del desarrollo del aumento de la temperatura, así como el cambio del clima generando veranos o inviernos más largos, cambio en la estacionalidad en las lluvias. Unido al problema del uso del suelo (mayor extensión de las ciudades, construcción de casas en pequeños predios que antes tenían destino agrícola u otros) disminuyen la generación de fuentes de agua y provocan mayores necesidades de este líquido. Sin embargo, un efecto que no se ha considerado en su real dimensión, ni por el Derecho internacional ni el nacional, es el relativo a los problemas para la biodiversidad sea agrícola o natural. La destrucción de la biodiversidad es un efecto que las ciencias naturales han definido desde el famoso libro de Rachel Carson “Primavera silenciosa”. Es decir, las plantas, animales y microorganismos desaparecen en la medida en que las temperaturas aumentan o las aguas marinas, principalmente, inunden sectores donde esta biodiversidad se sitúa. Con lo anterior se pierden fuentes de alimentación, conocimiento científico y otra diversidad de temas que dicen relación con la agrobiodiversidad o la biodiversidad natural.
Estos temas resultan de suyo relevantes no sólo para un país que centra parte de su economía en la exportación de recursos naturales renovables, como es el caso de Chile, sino en el turismo. La necesidad que la agrobiodiversidad se mantenga en Chile es fundamental. Las plantas y animales, en el supuesto que pudieren trasladarse grandes distancias y que no fueren atacados por enemigos naturales o les fuere impedido el paso por barreras naturales o humanas, podrían autotrasladarse y adaptarse. Sin embargo, podría ser mejor que nuestras normas jurídicas y nuestras políticas públicas obligaran al Estado y promovieran en las personas naturales y jurídicas la conservación ex situ pero en lugares previamente preparados para recibir a dichos seres vivos. Lo que se propone supone el movimiento físico por seres humanos de estos seres vivos cuyo autotransporte es nulo o muy lento y la generación de áreas en parques nacionales donde puedan protegerse a los mismos.
Ciertamente esto tiene barreras económicas por cuanto dicho traslado supondría que alguno de los entes del Estado debería asumir la responsabilidad de decidir, muy probablemente con la ayuda de centros de investigación, universidades u otros centros científicos, cuáles seres vivos transportar primero, cuántos y cómo generar las condiciones de transporte y supervivencia; además del monitoreo de tales seres vivos para mantener su conservación ex situ hasta convertirla in situ sin generar su desaparición ni la desaparición de otras especies que pudieren existir en el lugar a fin de constituir un ecosistema.
Esto supone que en el anteproyecto de ley que se discute en CONAMA así como en otros entes, suponemos el SAG se entienda que las soluciones planteadas anteriormente son insuficientes frente al peligro del aumento de temperaturas. Es un dato que las mismas han aumentado en promedio y que ni aun en el caso que se aplique plenamente el Acuerdo de París podremos pensar que las temperaturas bajarán, como se ha señalado por expertos en la materia. Por el contrario, en el mejor escenario dichas temperaturas se mantendrán en aumento y veremos la pérdida de nuestro patrimonio genético natural y agrícola sin siquiera definir cuáles se pierden por desaparición debido a que no tenemos claridad de cuántas existen en un país que ha sido considerado como “Hotspot”. (Santiago, 7 noviembre 2018)
Sergio Peña N.
Doctor en Derecho
Director del Programa de Doctorado en Políticas Públicas
Profesor de Derecho internacional
Universidad Mayor