Estas semanas el mundo asistió, consternado, al retiro norteamericano en Afganistán. Con razón. Retroceder al punto de partida luego de veinte años, no es para menos. PolÃticos, expertos, y la prensa internacional le han fijado su atención, aunque normalmente se observe con lejana indiferencia. Han sido coincidentes sobre las múltiples causas y consecuencias para el paÃs, sus vecinos, Estados Unidos, aliados, organismos, y la comunidad de estados. Recién comienzan pues, por ahora, son mera especulación. Sin pretender adivinarlos y más perspectiva, estimo que se han materializado tres importantes derrotas en esta debacle, para involucrados o no.
Afganistán regresa a uno de sus más lamentables perÃodos, la era Talibán. Un destino trágico que se suma a la convulsionada constante histórica de un paÃs siempre confrontado entre sà o con extranjeros, desde tiempos remotos. Clanes y facciones en guerra constante, irreductibles, por territorios, drogas, honor, o conflictos ancestrales. Ninguna autoridad institucional ha podido unificarlo, salvo por perÃodos muy breves. TodavÃa menos si se trata de invasiones foráneas, cualquiera fuere su poder militar. Todas fracasadas, desde la antigüedad. Si esta realidad pretende ser acompañada de un intento transformador de sus costumbres, cultura, o modo de vida, no prosperará y encontrará una resistencia feroz. Es la realidad, aunque algunos insistan en lo opuesto, ofreciendo un futuro más próspero, inviertan cantidades exorbitantes de dinero en el gobierno o el ejército, ayudas, tecnologÃa, capacitación e impulso a la modernidad. No aceptan incorporarse a la pretendida civilización. TodavÃa menos si el modelo es ajeno, como el occidental, con democracia, libertades, y muy particularmente, si procura igualar hombres y mujeres, en derechos y obligaciones. No lo han practicado nunca, contradice su idiosincrasia. Los intentos polÃticos, terminaron con la fuga del Presidente y el dinero. En lo militar, un caos. Lo prueba el desfile Talibán en los vehÃculos norteamericanos entregados al ejército que desertó. Primera derrota.
Si se suma el factor religioso, el problema es mayor. El Islam no permite alteraciones, pues no se contradice lo revelado por Alá, ni se interpreta ni evoluciona. Dios dispone y el creyente se somete, es su destino. Sin él no hay salvación. Es la base de su Fe revelada para corregir las desviaciones de las antiguas creencias, o la falta de ellas. La religión es parte intrÃnseca de la cultura afgana, y tal vez, el único factor unificador. Tampoco es monolÃtica, pues subsisten y se expresan distintas corrientes musulmanas opuestas entre sÃ. La presencia Islámica, con toda su profundidad, no puede ser transformada ni actualizada, sobre todo si viene de la mano de un invasor extranjero no creyente. Cuando se añaden movimientos radicales, las áreas de conflicto aumentan, pues pugnan por aplicar lo más fielmente el Libro Sagrado del Corán y sus Leyes (SharÃa). Si no es asÃ, el peor enemigo del fundamentalista es el propio hermano en la religión, calificado de apóstata, el que puede ser eliminado incluso antes que los demás infieles de otras creencias. Ha quedado demostrado en los atentados indiscriminados donde eliminaron a todos, propios, o extraños como los militares estadounidenses. El que se salva y va directamente al ParaÃso, es el que se inmola por Alá. Operan todavÃa en Afganistán, movimientos como Al Qaeda, y ahora, la nueva versión del Estado Islámico, el ISIS-K, entrenado y mejor armado. Los Talibanes, si bien son enemigos de estos movimientos extremos, en su momento cobijaron a Bin Laden, hasta su eliminación en Pakistán, diez años después de la intervención norteamericana. Su acción en contra del autor intelectual, prosperó, y contó con el apoyo internacional y del Consejo de Seguridad de la ONU, en una Resolución que le permitió utilizar todos los medios necesarios hasta llevar a la justicia los terroristas. Otra cosa fue la presencia permanente, con el propósito de incidir en su evolución, y transformación en un Estado moderno inspirado en el mundo occidental. El temible terrorismo, controlado en el Estado Islámico que operó en Irak o Siria, ahora renace en Afganistán. Los riesgos de una nueva era de atentados en paÃses no islámicos, aumenta. Recientemente ha ocurrido en Nueza Zelanda. En sÃntesis, el terrorismo podrÃa estar de vuelta. La modernización religiosa como la eliminación del terrorismo, no han tenido éxito. Segunda derrota.
Para las relaciones internacionales, Estados Unidos evidencia sus fracasos, y hay quienes están dispuestos a llenar el vacÃo. Muy difÃcil que regrese a Afganistán, no tiene aliados entre los vecinos donde operar, como Irán, Rusia, China o Pakistán; ni un mar que controlar por ser mediterráneo. Vecinos que con pragmatismo, procurarán entenderse con los Talibanes ya dispuestos, al carecer de todo siendo ricos potencialmente, pues no intentan cambiarlos ni imponer otra cultura. Naciones Unidas, aunque con retraso, ha actuado. Nuevamente gracias al Informe Semanal de ADICARE (Asociación de Diplomáticos de Carrera en Retito), conocemos la Resolución 2593 (30.08.21), del Consejo de Seguridad, y sus explicaciones: Condena los atentados; exige no utilizar Afganistán para amenazar o atacar; pide asistencia humanitaria; respeto a los Derechos Humanos; cumplir las promesas talibanas; y manifiesta preocupación por la seguridad internacional. No mucho más, pues China (por considerarla apresurada), y Rusia (por considerar desastrosa toda intervención), se abstuvieron, lo que permitió su adopción. Otro tanto aprobaron los Comités de Discriminación contra la Mujer; Derechos del Niño; y la OTAN. Todo comenzará ahora con un nuevo escenario, donde Norteamérica sale debilitada. Sólo puede mostrar una huÃda improvisada, lograda apenas, y aumento de la migración, pero con miles que quedaron abandonados a su suerte. Tercera derrota.
Los hechos podrÃan ser diferentes, dependiendo si los Talibanes muestran voluntad, lo que es incierto, o vuelven a ser base operativa de terroristas. Un verdadero reacomodo de la influencia occidental y de Estados Unidos en la región, plagado de dudas. Muy pronto para saberlo, sin olvidar el tremendo impacto polÃtico interno para la Administración de Biden, que ha demostrado más equivocaciones, fragilidad, y errores que otros Presidentes, incluido Trump, su adversario al acecho y con quien siempre quiere diferenciarse a toda costa. Las tres derrotas anotadas, asà como muchas otras condicionantes, seguirán presentes y lo acompañarán el resto de su mandato. En definitiva, nada positivo para Estados Unidos y para el mundo. (Santiago, 8 septiembre 2021)
ArtÃculos de Opinión
Afganistán: Tres derrotas en una.
Afganistán regresa a uno de sus más lamentables perÃodos, la era Talibán. Un destino trágico que se suma a la convulsionada constante histórica de un paÃs siempre confrontado entre sà o con extranjeros, desde tiempos remotos. Clanes y facciones en guerra constante, irreductibles, por territorios, drogas, honor, o conflictos ancestrales.