Artículos de Opinión

Dimensión conceptual de Nación Mapuche.

El pueblo araucano- mapuche no concibe una unidad identitaria al modo político-racionalista. Sus integrantes están unidos por un sentir común en parte mítico y en parte por su veneración a la Madre Naturaleza .

Partiendo desde el reconocimiento y el respeto de las tradiciones indígenas y habida cuenta del proceso de transculturización y mestizaje cultural, cabe la pregunta ¿Es NACION el pueblo araucano-mapuche? Desde el punto de vista roussoniano, de expresión de una voluntad general (criterio que reflejó el espíritu de la Francia de 1789) resulta una proposición objetable o, al menos, discutible, en la medida que este pueblo sostenía orgullosa y gallardamente su independencia , no sólo del conquistador español, sino del norteño inca e, incluso, de cualquier individuo de su misma etnia que hubiere osado gobernarlo o dirigirlo centralizadamente, cosa que , por lo demás, ninguno de sus miembros más destacados intentó, ya que no estaba en la índole de sus pretensiones o sentimientos culturales la noción de unidad entre los diversos grupos, los que mantenían poblados y agrupaciones soberbiamente separados, como si cada uno de ellos fuese soberano en sí mismo, casi al modo de la Grecia clásica y sus diversas polis. En consecuencia, la idea de una sola nación mapuche -araucana es adversa en sí misma a esa sociedad o cultura (que, por lo demás, habiendo alcanzado hasta antes de su contacto con el hispano, un desarrollo cultural a nivel del neolítico en lo material difícilmente podría haber alcanzado en el nivel sociológico o político el nivel conceptual de una nación única.)
La idea voluntarista y constructivista de nación como una asociación de personas unidas en un vínculo contractual que manifiesta así su voluntad de vivir bajo las mismas leyes y ordenanzas es extraña al araucano-mapuche, sus integrantes nunca adhirieron a la idea de entregar el poder a una voluntad general, lo que, en el plano político corresponde a una sociedad democrática que adhiere a los principios proclamados, por ejemplo, en la Declaración de los Derechos del Hombre. Para ellos la idea de Ernest Renán (1882) de “un plebiscito de cada día” es absolutamente ajena.
Siendo entonces opuesta o incómoda al pueblo mapuche-araucano la idea de una voluntad general única, esa dimensión de lo nacional puede descartarse o, al menos, cuestionarse y relativizarse.
Tal vez la dimensión conceptual de Nación mítica y antirracionalista que inspiró en la Alemania de los siglos XVIII y XIX los escritos de Novalis, Schlegel, Fichte, Schelling y Kant, al considerar la unidad de lengua, pureza de sangre y de las costumbres y el apego a esos elementos, es más afín y tenga mayor plausibilidad para sostener una idea de nación en la población mapuche-araucana. Hay en los románticos Müller y Arndt una valoración de la pureza tangible también en la población originaria del sur del Bio-Bio. Una alianza con la naturaleza que excede al individuo y pierde sus contornos, buscando su identidad en una vida social, podría decirse; pre-nacional, en tanto vislumbra visceralmente, lo que intelectual y emocionalmente expresaron los románticos germánicos hasta llegar a un Ethos en Hegel como “espíritu o razón universal”, semejante al modo de la cosmovisión del altivo araucano que sólo se somete ante la Madre Naturaleza, más no a designios colectivistas de otro humano, con el cual mantiene cautelosa distancia. (Santiago, 10 agosto 2021)

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