Es indudable que se debe cuidar la salud de todas las personas. Pero también debemos cuidar la democracia. Se ha propuesto el aplazamiento de las elecciones de abril como una manera de protección y paliativo de la pandemia o al incremento de los contagios, pero no hay evidencia de que en el mes de mayo la situación sanitaria sea mejor que hoy.
Al mismo tiempo existe evidencia internacional que en elecciones pospuestas por la pandemia la participación electoral disminuyó. La alta participación en el plebiscito de octubre, que fue aplazado, se debió a la épica que había tras la gesta de cambiar la Constitución.
Cuesta comprender que se adopte una decisión como esta mientras sigue vigente el permiso especial de vacaciones y no todas las comunas están en cuarentena.
Dentro de todo, una de las cosas más preocupantes desde el punto de vista político, es la situación en que quedarán candidatos y candidatas especialmente en la elección de convencionales que es donde hay una mayor cantidad de independientes. Una suspensión de las elecciones y una consecuente prolongación de las campañas únicamente beneficiará a los partidos políticos que tienen más recursos y a candidatos con generosos auspicios.
Si el sentir ciudadano es que la nueva Constitución no la redacten los mismo de siempre, con esta suspensión eso no se cumplirá. Además, está comprobado que los períodos extensos de campaña electoral perjudican especialmente a las mujeres por el costo alternativo que les implica la ausencia de corresponsabilidad parental.
Esta elección de convencionales tenía dos características virtuosas que entran en riesgo con esta decisión: la paridad y la presencia de independientes. Es cierto que las normas de corrección de paridad operarán igual, pero es probable que a favor de partidos y no de rostros nuevos.
Confío en que nuestras autoridades junto a politólogos y politólogas, expertos y expertas en salud pública encontrarán una solución que permita conciliar la protección de la democracia y de la salud pública diseñando medidas mitigadoras de estos efectos colaterales de la posposición de las elecciones. (Santiago, 30 marzo 2021)
Artículos de Opinión
Hay que proteger la salud, pero también hay que proteger la salud de la democracia.
Se ha propuesto el aplazamiento de las elecciones de abril como una manera de protección y paliativo de la pandemia o al incremento de los contagios, pero no hay evidencia de que en el mes de mayo la situación sanitaria sea mejor que hoy.