Cartas al Director

Cambio constitucional en Chile.

Rafael Cárdenas

30 de julio de 2013


Sr. Director:

A estas alturas de una falsa “democracia de consenso” en la que los chilenos hemos vivido engañados y excluidos desde el fin de la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet en 1990, o sea, al menos desde la derrota de Eduardo Frei por el actual gobernante Sebastián Piñera en las elecciones de 2009-2010, que representó la última esperanza de cambio político en serio, estoy convencido de que la mejor salida democrática y posible de la farsa en que vivimos, es la clara explicitación del desprecio ciudadano por las actuales coaliciones y la apuesta nacional por una Asamblea Constituyente, que se está materializando en la campaña Marca Tu Voto AC.

En etapas previas a la actual, me parecía perfectamente legítimo y deseable el sometimiento a la ratificación ciudadana en un referéndum de una nueva Constitución que no necesariamente fuera redactada en una Asamblea Constituyente, pero tan avanzada ya y a pasos cada vez más acelerados nuestra decadencia cívica, en relación con nuestra propia historia, me parece que no cabe otra salida que la Asamblea Constituyente, sin perjuicio de que la propuesta constitucional que de ella provenga, también deba ser sometida al veredicto popular.

Asimismo, creo que deben darse ciertos requisitos, como que quienes integren la mentada Asamblea estén, por ese solo hecho, imposibilitados de postular a escaños parlamentarios en la primera legislatura del nuevo Parlamento que se cree, como también considero que si los actuales congresistas tuvieran verdadera vocación de servicio público, como tanto proclaman, debiesen, por propia iniciativa, haberse abstenido de participar como candidatos de la próxima elección legislativa, dejando, así, espacio a caras nuevas, en vez de optar por la actitud ineficaz de proponer límites a la reelección de los legisladores.

Lo que debe existir en una democracia no son límites, sino auténtica competencia, de modo que aquellos que se destaquen en su labor de legisladores puedan permanecer en el Parlamento todo el tiempo que el electorado les otorgue su confianza (Winston Churchill fue un buen ejemplo de este sistema meritocrático), pero sin fraudes electorales de por medio, como este verdadero sistema de cuoteo y empate forzado que representa el antidemocrático sistema electoral binominal, por el que el 33% obtiene lo mismo que el 66%.

Conviene destacar que cuando se dé el cambio constitucional, éste va a ir en la dirección opuesta a la de los más recientes casos de populismo latinoamericano, como Chávez en Venezuela o Uribe en Colombia, por mencionar a uno de cada lado del espectro político, puesto que ellos acentuaron el fracasado presidencialismo propio de este continente, en tanto en Chile lo que se requiere y lo que se postula de parte de quienes abogamos por un cambio constitucional desde todos los sectores políticos, es, precisamente, el fin del presidencialismo y la adopción de un régimen político parlamentario o, en su defecto, semipresidencial.

 

Rafael Cárdenas.

 

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