Promoviendo cambios radicales en las rutinas de poblaciones enteras en todo el mundo, el Covid-19 trae consigo la oportunidad de reflexionar sobre lo que las sociedades, ya sean orientales u occidentales, deben hacer. Si bien la economía ha permitido en las últimas décadas, acercar a las naciones, con la era del llamado mundo globalizado, la xenofobia, en el mismo período, también adquiere dimensiones inmensas.
La xenofobia y la discriminación racial tienen el potencial de traer aún más destrucción a escenarios difíciles. En Italia, se requirió una campaña para que los chinos dejaran de ser acosados. El odio es el motor de la discriminación racial y este odio es irracional o estructural en el 99% de los casos.
Si, por un lado, el covid-19 trae daños y destrucción, por otro lado, se invita al mundo a reflexionar sobre la importancia de la unidad y las alianzas. Todos somos iguales. Este mensaje repetido hasta el agotamiento, pero que en la práctica no encuentra eco, ahora resulta ser definitivo. La carrera por una cura para el nuevo coronavirus tiene colaboradores de todos los rincones del mundo. La asistencia médica y humanitaria de quienes atravesaron el caos ha sido una constante. La pandemia impone una unión de fuerzas. Además de la economía, la vida debe ser la prioridad.
La gente necesita darse cuenta de que el coronavirus infecta a todos los seres humanos, pero parece que se ha propagado una infección más venenosa en ciertas mentes que lidian con el racismo y los estereotipos. Necesitamos aclarar a estos individuos que el coronavirus y cualquier otro punto de vista que instigue una forma de discriminación, nunca debe permitirse en nuestra sociedad.
La estigmatización en un contexto como este no es peligrosa solo porque desencadena el racismo y la xenofobia, sino porque pone a todos en riesgo. Muchas personas podrían fingir no tener el virus solo por tener miedo de ser etiquetados como el único con coronavirus.
Las redes sociales no solo han propagado rumores dudosos sobre la aparición del virus, sino que también han presentado métodos absurdos para la prevención. Cabe señalar que no solo las enfermedades infecciosas como el coronavirus están relacionadas con la discriminación y los prejuicios. Para muchos pacientes con enfermedades genéticas, prejuiciosas o enfermedades crónicas, ser etiquetado, estereotipado y separado se ha convertido en una rutina diaria.
La crisis del COVID-19 no se solucionará aplicando solamente políticas en salud pública; todos los demás derechos humanos también deben cautelarse.
Personas de la tercera edad, personas con discapacidad, miembros de pueblos indígenas, personas desplazadas internamente, personas que viven en pobreza extrema, personas indigentes, migrantes y refugiados, personas LGBT; estos y otros grupos necesitan recibir el apoyo de nuestros gobiernos.
Es un deber tomar todas las medidas necesarias para garantizar que todos, puedan protegerse, con acceso al agua, saneamiento y seguridad.
Las advertencias no terminan allí, sobre todo porque no se puede olvidar a la población en privación de libertad y a los adolescentes que están bajo la responsabilidad del sistema socioeducativo.
En ese orden de ideas, existe una necesidad continua de intensificar nuestros esfuerzos y acciones para prevenir los crímenes de odio, la discriminación, el racismo, la xenofobia y la intolerancia. Pero se necesita vigilancia permanente, ya que lo contrario también es posible y no podemos tolerar vivir en un mundo con discriminación. El mundo necesita que nos conectemos. El mundo necesita la unidad de todos nosotros.(Santiago, 1 abril 2020).