La decisión de poner fin al proyecto Dominga generó efectos complejos para la Región de Coquimbo, al perder una inversión local de US$2.500 millones, generando aproximadamente diez mil empleos, que no podrán subsanar la alta tasa de desempleo de la zona (que ya bordea el 7,8%).
Si bien es cierto que se han paralizado proyectos de gran envergadura en una interpretación más allá de la norma, haciendo eco de la preocupación social, genera una duda respecto de la ponderación de intereses entre el medio ambiente e inversiones necesarias para generar trabajo y crecimiento es antigua, el desafío en el que debemos centrarnos como sociedad no está en selección de una de estas opciones, sino que, en la conciliación de ambas, ¿Cómo crecer en forma sostenible?
Chile ha pasado de un país en vías de desarrollo con interesantes perspectivas de crecimiento, a ser un país en el cual el patrimonio ambiental va tomando cada vez más el sitio que le corresponde, siendo un aspecto a cautelar y proteger por la autoridad, y por la sociedad en su conjunto. Fallos como el del comité de ministros reafirma esta postura.
El costo de esta decisión es claro, nuestro país puede perder potenciales inversionistas, pero aquellos que se vean interesados en participar con sus inversiones en Chile, lo harán con una conciencia de respeto al medioambiente, mediante la aprobación de proyectos sostenibles, como lo harían en los otros países miembros de la OCDE.
Con todo, no es posible desconocer, que la oportunidad de la decisión, tiñe políticamente la opción tomada por el Comité de Ministros, considerando que, a meses de iniciar la carrera presidencial, el posicionamiento ante la ciudadanía del conflicto entre los grandes grupos empresariales y el desarrollo sostenible abre un tema de debate del que tendrán mucho que decir los distintos candidatos presidenciales.
Es posible soñar con alguna postura que sea capaz de conciliar opiniones que parecen irreconciliables, aun cuando, se requieren la una a la otra para cimentar un proyecto país. No es posible crecer sin inversión, ni esperar que el crecimiento sea sostenible sin los resguardos ambientales adecuados. (Santiago, 25 agosto 2017)