Artículos de Opinión

¿Falklands o Malvinas?

Un tema lleno de complicaciones y que se remonta a comienzos del Siglo XIX, aunque, de tiempo en tiempo, reaparece con distinta intensidad. Ahora lo ha hecho una vez más, con toda su carga de nacionalismos, solidaridad latinoamericana, autodeterminación de los pueblos, descolonización, y muchos otros factores que inciden. No caben dudas. Situaciones como la existente en el océano Atlántico Sur, en las Islas Falklands, para los británicos, o Malvinas, para los argentinos, y ambas definiciones reconocidas oficialmente por las Naciones Unidas; son rarezas históricas que cuesta aceptar en la era actual. Pero no por ello deja de ser una realidad, la misma que en 1982 enfrentó a los dos países, ante la insensata determinación de los militares trasandinos de procurar recuperar las islas por la fuerza, mediante una invasión. Los resultados ya los conocemos, y también el que dicha operación no concluía en las Malvinas, sino que en las islas Picton, Nueva y Lenox, al entonces, en disputa con Chile en el conflicto del Canal de Beagle. Hoy todo es diferente, no hay amenazas de guerra y tampoco militares desatinados. Pero las emociones y divisiones frente al caso, perduran. Chile ha tradicionalmente apoyado a Argentina en su demanda de soberanía de las islas, pero por los medios de solución pacífica de controversias, y sólo, dentro del Derecho Internacional. Toda otra posible alternativa, no deberíamos apoyarla, ni podríamos. Sería trastocar principios básicos de nuestra acción exterior. De ahí que por sobre sentimientos latinoamericanos, hay que seguir actuando con extrema prudencia, legal y políticamente, y con posiciones que ambas partes respeten. Argentina lo sabe y comprende. Jamás ha exigido de Chile solidaridades extremas. Tampoco la manifiestan ellos frente a los asuntos limítrofes que Chile tiene con Perú o Bolivia. En estas materias no caben terceros, sólo se corre el riesgo de terminar mal con todos. Es de esperar que mantengamos nuestra posición tradicional, equilibrada, y sin apasionamientos, ajenos a nuestro actuar internacional. 

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