Una de las más conocidas series en la historia de la televisión es, sin duda, Breaking Bad. Estrenada en enero de 2008 por Sony Pictures Television, en ella se narran las aventuras de un profesor de química, Walter White, desde que, acuciado por sus problemas económicos y sus perspectivas vitales tras un diagnóstico de cáncer terminal, decide emprender una carrera delictiva cocinando metanfetamina junto con un exalumno y maleante de poca monta, Jesse Pinkman, para así poder asegurar el futuro de su familia.

Uno de sus principales actores secundarios que posteriormente tendrá su particular spin-off, Better Call Saul, es el abogado Saul Goodman. Saul se presenta como un estafador, finalmente convertido en abogado que participará como asesor y cómplice de la pareja protagonista. Se trata de un peculiar actor secundario en una serie que tiene como gran virtud llevar a cada uno de los personajes a situaciones imposibles.

En el curso de la relación de Saul con Walter y Jesse, estos comprueban que el primero ha descubierto la naturaleza de sus actividades delictivas y deciden liquidarlo para evitar ser delatados a la DEA.

Pues bien, en el episodio octavo de su segunda temporada, Saul, en una memorable escena, da su particular lección de lo que supone la confidencialidad de las conversaciones en la relación abogado-cliente (client-lawyer privilege en su terminología anglosajona).

Así, encapuchados para no ser descubiertos, los protagonistas retienen a Saul y lo trasladan hasta el desierto donde le obligan a cavar una zanja donde previsiblemente acabará siendo enterrado. Escena recurrente en toda película con trama mafiosa que se precie. En el curso de una hilarante conversación, Saul acaba reconociendo a Walter tras su pasamontañas y, como último e ingenioso recurso para salvar su vida, le pide a éste que introduzca en su bolsillo un billete de un dólar. Ante la evidente sorpresa para la pareja protagonista, les explica que, desde ese preciso instante, su condición de abogado le prohíbe revelar cualquier tipo de conversación o información de que disponga y que tenga que ver con las actividades delictivas de sus, desde ese momento, clientes. Con ello consigue salvar su vida y continuar participando en los negocios de la peculiar pareja de delincuentes.

Con el enorme impacto que este tipo de series tiene en nuestra época actual al forjar un imaginario colectivo, este grotesco planteamiento de lo que implica la función del abogado, la confidencialidad en la relación con su cliente y el secreto profesional al que se está obligado, parece ser el que se instala en la mente de gran parte de nuestra sociedad.

Disponible en Netflix.