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Contrapunto: Sobre proyecto de ley «Aula Segura»

Por: Felipe Plaza

¿El proyecto de ley “Aula Segura” debe mantener las propuestas presentadas, o las funciones de los directores deben limitarse?

 

Me parece que son medidas de sentido común. El problema es cómo se aplican esas medidas, quién las va a aplicar. Me parece también necesario que existan todos los resguardos fundamentales para que se apliquen en forma justa; en forma equilibrada, y no sea un acción arbitraria de un director o un grupo pequeño. Es decir, tienen que haber los canales para que se investiguen y para que se tomen decisiones apropiadas cuando esto ocurra.

 

¿Cree que será factible la aplicación del proyecto de ley considerando que las bases están fundamentadas en el modelo de EE.UU.?

 

Yo creo que sí es posible. Yo creo que la situación en Estados Unidos es un poco más compleja y un poco más diversa. Además, en Estados Unidos, en cambio, hemos visto matanzas en colegios, asesinatos masivos en colegios, en que un estudiante lleva armas automáticas y mata a sus propios compañeros; son seguramente conductas muy desviadas, desde el punto de vista psiquiátrico o psicológico.
Por cierto que son situaciones distintas, y me imagino que en Estados Unidos funciona (la ley) en distintas maneras en cada comunidad escolar.
Yo creo que aquí hay que establecer un método y sí hay que empezar a aplicarlo en los lugares donde hay problemas.

 

¿Realizaría alguna mejora al actual proyecto de ley “Aula Segura”?

 

Creo también que hay que establecer no solamente mecanismos para prevenir este tipo de acciones, sino que hay que reforzar todas aquellas posibilidades de intervenir para frenar los connatos de violencia; es decir, asistencia psicológica, asistencia pedagógica a estudiantes que ejercen el bullying, a estudiantes que son objeto de bullying. A desarrollar una fuerte enseñanza de la tolerancia; de la necesidad de aprender a aceptar las ideas de los demás; lo que los otros piensan y lo que los otros son.
Yo sé que hay casos en los que se hace necesario tomar medidas drásticas a veces; ojalá sean las menores; ojalá no sea necesario aplicarlas, pero sí creo en capacitar más a nuestros profesores, darles más asistencia psicológica y más asistencia pedagógica a nuestros alumnos

¿El proyecto de ley “Aula Segura” debe mantener las propuestas presentadas, o las funciones de los directores deben limitarse?

 

Hoy en día el director tiene las facultades para expulsar a un alumno. Cada uno de estos aspectos está regulado en diversas normativas, y lo que se ha pretendido es, a mi juicio, un conjunto de normas reunidas presentes en otras diversas disposiciones legales que tiene, en primer lugar, un efecto de carácter comunicacional y, en segundo lugar, que tiende efectivamente a fortalecer las prerrogativas del director.

 

¿Cree que será factible la aplicación del proyecto de ley considerando que las bases están fundamentadas en el modelo de EE.UU.?

 

Yo soy partidario de establecer normas rígidas en cuanto se refiere a la ‘no violencia en los colegios’. Soy partidario de defender a los docentes, al director, a los trabajadores del colegio y a los propios alumnos de gestos de violencia que puedan existir. Sin embargo, también hay que hacerlo resguardando el principio de la defensa; es decir, el principio de poder demostrar que una personas es inocente. Y no puede ser arbitrario el despido frente a hechos que pueden tener connotaciones distintas y, en segundo lugar, tener en cuenta de si la expulsión del alumno es una solución.

 

¿Realizaría alguna mejora al actual proyecto de ley “Aula Segura”?

 

Una de las aberraciones que el proyecto tenía era que sólo estaba referido a los colegios públicos. Y, por tanto, de alguna manera, se criminalizaba al colegio público; en consecuencia, que la violencia de distinta naturaleza existe también en los colegios privados; en los colegios ABC1 tiende a ser aún más grave y más dramática, sólo que no se sabe; sólo que se oculta.
Y, por tanto, si hacemos un proyecto de Aula Segura tiene que ser para un conjunto de la educación y no sólo para la educación pública y criminalizar a la educación pública como el proyecto original lo establecía.
Por tanto, el colegio más que a prestarse a condenar, a expulsar y a rechazar aquel joven que muestre una conducta distinta, diversa, peligrosa, debe acoger a ese alumno; debe invitarlo a cruzar la calle.

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