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«Vivimos una época dorada de 'fake news'», según Óscar Vilarroya, profesor de neurociencia.

Es autor del libro «Somos lo que contamos. Cómo los relatos construyen el mundo en que vivimos».

26 de marzo de 2019

En una reciente publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo “Vivimos una época dorada de ‘fake news’”, según Óscar Vilarroya, profesor de neurociencia.
Se sostiene que el investigador y profesor de neurociencia Oscar Vilarroya considera la capacidad de relatar como elemento característico y único del ser humano para desarrollar un interesante libro titulado Somos lo que contamos. Cómo los relatos construyen el mundo en que vivimos, en el que expone el concepto de burbuja narrativa o cámara de eco, “una visión totalitaria y excluyente que sostiene un movimiento social sobre alguna situación y en la que sus seguidores creen de manera acrítica, firme y ostensible”.
Sobre tales definiciones se desarrolla esta entrevista con este medio en la que se tocan temas tales como el proceso separatista catalán, las habilidades de los juristas en su interpretación de la narración o cómo se manipula la historia a través del relato.
Vilarroya afirma: “Vivimos una época dorada de fake news pero tal vez en unos años nos cansemos y la sociedad sepa identificarlas y neutralizarlas mucho mejor. De momento, lo veo complicado”.

Dice usted que la naturaleza narrativa es lo que nos distingue como especie. Los primeros testimonios humanos que conocemos, las pinturas prehistóricas, los jeroglíficos egipcios, los relatos de la Biblia…, ¿son parte de esa peculiaridad?

Exactamente, pero no solo eso sino que todas las cosas que nos suceden como individuos, no solo como sociedad, todo lo que vemos a nuestro alrededor lo explicamos como si explicáramos un relato, y eso tiene un origen evolutivo desde la noche de los tiempos cuando los humanos tuvimos que ser extremadamente más sociables, primero en grupos pequeños, confiando en nuestros congéneres para poder sobrevivir y para podernos comprender como grupo tuvimos que aprender los roles sociales, de emociones y de intenciones, que son muy complejas.

¿El ser humano siempre ha relatado su propia vida?

Acabamos siendo una especie fundamentalmente narrativa, cuentos, narraciones, historias, toda nuestra cultura está embebida de este impulso narrativo que viene de lejos.
Necesitamos crear en el juego infantil, esos juegos simbólicos, historias que se fueron incorporando en nuestra la manera de aprender las cosas para entender las relaciones sociales pero también las cuestiones naturales o las cuestiones espirituales.

Quién cuenta la historia ¿también manipula la historia?

Efectivamente, inconscientemente primero porque incorporamos una serie de sesgos para hacer relatos rápidos que a veces eran cuestiones de vida o muerte, para eso tenemos atajos, por ejemplo para identificar algún peligro, y tenemos  estas manipulaciones inconscientes o blancas, sin culpa, pero también se pueden hacer manipulaciones intencionadas, porque siempre hay algún tramposo que crea cizaña o utiliza las cosas en su beneficio.

¿Es esa manipulación aún más fácil ahora, con las nuevas tecnologías de comunicación?

Los mimbres ya los teníamos pero la tecnología digital nos facilita mucho más la difusión creación, construcción, elaboración, dramatización y personalización de todos esos relatos y quien quiere manipular lo tiene mucho más fácil porque la transmisión es muy potente ahora y se puede conectar desde cualquier lugar del mundo sin filtro ninguno.
Lo hemos visto en la matanza de Nueva Zelanda cuando el asesino retransmitió en vivo su acción.

¿Y todos los que lo difundieron una y otra vez?

En el libro hablo de burbujas narrativas o cámaras de eco, mundos virtuales en los que la gente cree de manera absoluta y beligerante. Muchos seguidos creen firmemente que la raza blanca, si eso existe, está el peligro y por lo tanto hay que defenderla, y lo creen cientos de miles de personas de todos los países y edades.
Óscar Vilarroya afirma en su libro que el relato es algo consustancial al ser humano.

¿Somos crédulos por naturaleza y nos creemos lo que queremos creer porque está más de acuerdo con nuestros sentimientos?

Ambas cosas. Tenemos la predisposición a ser crédulos pero también tenemos una predisposición muy fuerte a creer o confirmar aquello en lo que creemos y negar aquello en lo que no creemos.

¿A dónde se nos ha ido el espíritu crítico?

Lejos, muy lejos…, es algo que todos deseamos poseer pero que cuesta practicar aunque tenemos las herramientas para ello, basta con ver las cosas con perspectiva, valorarlas con diferentes fuentes de información y tener paciencia para ver por dónde se confirman.

¿Internet ha suplantado a la prensa más reflexiva, de investigación?

Yo pongo un ejemplo muy claro, si vamos por la calle y alguien nos grita que las vacunas matan, seguiremos andando pensando que es un loco, pero si lo vemos por escrito en una página de internet nos lo tomaremos mucho más en serio.

¿Por qué?

Porque estos mensajes son sofisticados, no vemos a la persona que lo dice, está aparentemente bien fundamentado, con colores, con fotos, te da verosimilitud y nosotros estamos aislados frente a esa historia, no podemos analizarlo como analizamos a un loco que nos grita por la calle.

Esta influencia de Internet y la participación (los like) ¿qué significa? ¿Deseo de aceptación, de formar parte del grupo?

Exacto, cada vez estamos más pendientes en una especie de hipernarcisismo, pendientes de cuantos nos siguen, nos ven, nos dicen lo guapos que somos… es una especie de adicción.

O todo lo contrario, ¿el anonimato favorece el odio y el insulto?

Los odiadores o haters han existido siempre, pero no es lo mismo salir a la calle a odiar o insultar directamente, lo que podría conllevar peligro físico hacia uno mismo, que hacerlo por Internet sin ningún tipo de riesgo y amparándose en el anonimato.
La mayor parte de la gente no tenemos esas tendencias, que a veces vienen de circunstancias personales, personas que han sido víctimas de abuso o de bullying, en las que se acumula el resentimiento y al cabo de los años se dirige hacia los demás.

¿Se están aprovechando también  los políticos en esta precampaña electoral de las fake news?

Evidentemente se están aprovechando. Este fenómeno también ha existido siempre, lo que sucede es que la dinámica de la época actual favorece la inmediatez de estas noticias que van contra la reputación de una persona o un grupo pero que son muy sofisticadas, bien dramatizadas, personalizadas y beligerantes, lo que las hace muy apetecibles para su consumo.
Hay estudios recientes de las redes sociales que nos dicen que los bulos se difunden más rápidamente, perduran más y llegan a más gente que las noticias genuinas y eso es una peculiaridad del sistema actual.

¿Cómo se puede controlar? ¿Se les debe exigir a los políticos una obligación de veracidad y pedagogía?

Como se dice habitualmente, buena suerte, depende de la honestidad e integridad moral de los políticos y su conciencia, no creo que se pueda controlar.
Vivimos una época dorada de fake news pero tal vez en unos años nos cansemos y las sociedad sepa identificarlas y neutralizarlas mucho mejor, pero de momento lo veo complicado.

Usted vive en Barcelona. ¿Cómo analiza el relato independentista?

Como un conjunto de relatos que se ha creado alrededor de ese tema

¿Lo que usted llama en su libro una burbuja narrativa?

Claramente.

¿De qué manera ha conseguido calar en una parte de la sociedad catalana con tanta fuerza? ¿Qué elementos considera han logrado captar la atención de tal manera?

Por las circunstancias históricas, un momento determinado, incomunicación entre gobiernos, crisis económica, una huida adelante por parte de los políticos catalanes que creían que podían sacar beneficio de todo ello y cuando han perdido el control de la situación se montaron en la ola y han seguido.

Dice usted en su libro que “la  función del relato es dar sentido a lo vivido, y eso no siempre se consigue representando adecuadamente el mundo” ¿Puede ser este el caso?

Lo que también digo es que muchas veces las burbujas narrativas no tienen por qué ser falsas, pueden ser representaciones adecuadas, lo que tienen característico es esa especie de totalitarismo, una sola manera de ver las cosas con una sola perspectiva, con una dinámica específica.
El problema fundamental no es tanto cómo se presentan el mundo sino ese combustible del que se alimentan todos los que participan y que tendrá la dinámica de la propia burbuja y cuando se vaya desinflando veremos cómo acaba todo.

¿Por qué incluso, siguiendo el tema catalán, auténticas fantasías históricas son aceptadas y creídas a pie juntillas por quienes las reciben?

Por todos lados, tenemos los negacionistas de las cámaras de gas, los que dicen que la tierra es plana, o que las vacunas matan…, relatos irrisorios que pueden hacer mucho daño.

¿Qué factores interesantes aprecia en la narrativa que surge de los juicios? Los autos, sentencias, resoluciones ¿Qué elementos de interés aportan?

No soy experto en lenguaje jurídico pero me interesa muchísimo con la construcción del conocimiento y en sí mismo son un sistema con estructura y relaciones y muchas veces un jurista no tiene que interpretar las leyes, sino la realidad o los hechos para incorporarlos al lenguaje jurídico.
El proceso es pasar de la realidad al lenguaje y en ese proceso intervienen los mismos mecanismos de los que hablo en el libro.

¿Son buenos narradores los jueces, los fiscales o los abogados? ¿Deberían utilizar otro tipo de lenguaje para que su relato sea más atractivo?

Bueno, más que el lenguaje, lo que me interesa es los mecanismos de interpretación que se utilizan cuando se juzgan unos hechos, como investigador me gustaría mucho estudiarlo.

Y desde el otro punto de vista, ¿qué elementos básicos deben tener en cuenta jueces,  fiscales y abogados cuando escuchan el relato de un acusado o de un testigo?

Los que explico en el libro, deberían leerlo todos (risas). Fundamentalmente la manera que tenemos de explicar las cosas que nos han pasado, como la construcción de la memoria, los mecanismos que utilizamos para dar sentido a lo que ocurre.

¿También como la mentira como método de supervivencia?

Más que la mentira, que es un mecanismo adaptativo, se trata de es ese fenómeno de representación de lo nos ocurre más conveniente que fiable. Como cuando sobreestimamos nuestras capacidades, lo que a veces nos ha permitido ser más efectivos.
Eso es el pan nuestro de cada día.

Al  principio del libro refiere una anécdota sobre la publicación en una reconocida revista científica de medicina de un artículo navideño sobre la salud de Papá Noel bromeando sobre su figura obesa.

Periódicos y cadenas de TV repicaron masivamente la broma tomándola como artículo de fe y difundiendo: “Un experto en salud pública señala que Papá Noel fomenta la obesidad y la conducción en estado de embriaguez». Parece muy ilustrativa de cómo funciona la interpretación de los hechos en internet y de la falta de rigor que lleva a que se viralicen mentiras.

Dice usted que “a pesar de la dificultad, combatir las fake news o las burbujas narrativas no es imposible”. ¿Cómo protegernos y sobre todo como proteger a los más jóvenes de tal falta de rigor?

En Secundaria pondría mi libro como lectura obligatoria, jajaja. Pero evolutivamente cuando éramos grupos pequeños durante el importante periodo de la adolescencia los ritos de paso se hacían con la presencia constante de los adultos, la relación con el adulto era de aprendizaje de límites y de peligros.
Se ha perdido el contacto directo entre adultos y adolescentes y éstos recurren a otros modelos perjudiciales, les falta la presencia constante del adulto como modelo de aprendizaje.

¿Cree que todavía hay esperanza?

Y tanto que hay esperanza.

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