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Mujeres, investigación, ciencia y tecnología en la región Asia Pacífico.

Aunque la realidad de Nueva Zelandia, Filipinas, Australia, Singapur y Vietnam es divergente, se muestra un patrón común en la baja presencia de investigadoras en ingeniería, principalmente en el sector privado, pero alta participación en el sector académico.

10 de enero de 2019

En una reciente publicación de la Biblioteca del Congreso Nacional (BCN) se da a conocer el artículo "Mujeres, investigación, ciencia y tecnología en la región Asia Pacífico".
Sostiene que diversos estudios demuestran que en economías donde hay mayores condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, las brechas de género en ciencia y tecnología son bajas o casi inexistentes. Este principio es corroborado en los cinco países de la región Asia Pacífico con mejor ranking en el Reporte Global de Brechas de Género del Foro Económico Mundial. Su análisis a la luz de los resultados del informe de Mujeres en Ciencia de la Unesco, en la siguiente nota.

Todo está en la cultura

A continuación, la BCN asegura que el desarrollo universal de la ciencia tiene entre sus obstáculos principales la brecha de participación entre hombres y mujeres. La sobre representación de hombres en las llamadas STEM, o más bien la falta de representación de mujeres es un fenómeno universal que no responde sino a fenómenos culturales. Según Maria Onzain en un artículo de la revista Digitalist Mag no habría evidencias que demuestren mayores capacidades intelectuales o emocionales en un sexo u otro.
Por el contrario, añade, Onzain revela a través de estudios de la Universidad de Glasgow, de Zurich y The Royal Society, que existen iguales habilidades entre hombres y mujeres frente al pensamiento matemático, al nivel de esfuerzo y nivel de socialización realizado durante la etapa de formación universitaria. Más aún, concluye que las diferencias biológicas entre hombres y mujeres más que acercar o alejarlos de la ciencia, son atributos que permiten una mejor cooperación en instancias de investigación e innovación.
De manera clara, afirma, el Instituto de Estadísticas de la Unesco (UIS) en su informe Mujeres en Ciencia publicado en junio de 2018 muestra que para 2015 solo el 28,8 por ciento de quienes hacen ciencia en el mundo son mujeres. Aunque esta proporción es similar si se observa a la totalidad de científicos por región, existen ciertas diferencias, por ejemplo en Asia Central donde las mujeres conforman un 48,1 por ciento, o en América Latina donde las mujeres alcanzan un 45,4 por ciento. Por su parte, el Este de Asia y el Pacífico, constituyen un 23,4 por ciento en promedio.

Mujer y ciencia en el Asia Pacífico

Luego, la BCN indica que la igualdad entre hombres y mujeres frente a la ciencias queda en evidencia en un un estudio realizado por Luigi Guiso, economista de la Universidad Europea de Florencia, donde se comparan los resultados de ambos sexos, obtenidos en la prueba de matemática Pisa. Aunque en una primera instancia se observaron leves diferencias favorables a los hombres, las brechas aumentaban en países como Turquía donde la desigualdad de género es mayor. Incluso, determinó que en aquellas sociedades con mejores estándares en equidad de género, las brechas no existen.
Estos resultados sugieren que las brechas de género en las carreras Stem desaparecen en países que son más neutrales en relación con las diferencias, por lo que la mayor o menor cantidad de mujeres en carreras profesionales científicas o tecnológicas responde a efectos culturales. Según el Reporte Global de Brechas de Género del Foro Económico Mundial, Nueva Zelandia es el país de la región del Asia Pacífico con mejor ranking en equidad, pues se ubica en el puesto nueve, seguido de Filipinas en el 10, Australia en el 35, Singapur en el 65 y Vietnam en el 69.
Sin embargo, puntualiza la BCN, la realidad de esos cinco países en cuanto a la integración de mujeres en la ciencia muestra resultados divergentes en los datos entregados por la Unesco. Para el caso neozelandés, existe un 59 por ciento de mujeres estudiantes de carreras científicas en pregrado, número baja al 52 por ciento en carreras de doctorado y 52 por ciento en investigación científica. Las investigadoras se concentran principalmente en las universidades, donde las mujeres integran el 67 por ciento del total. La cifra se reduce considerablemente en el sector público y privado donde las mujeres conforman un 25 y 16 por ciento respectivamente.
En el caso filipino, el 55 por ciento de los estudiantes de carreras científicas en pregrado corresponde a mujeres, tendencia que aumenta considerablemente en doctorado donde alcanza un 61 por ciento. Sin embargo, en la investigación la equidad se mantiene perfecta en un 50 y 50. Al igual que en Nueva Zelandia, Filipinas tiene un alto porcentaje de mujeres investigadoras en la educación superior, donde se concentra un 57 por ciento, mientras que en el sector público muestra un asombroso 55 por ciento de mujeres investigadoras. No obstante en el sector privado, la presencia de la mujer es de un 43 por ciento.
En Australia, el 55 por ciento de los estudiantes de carreras científicas de pregrado son mujeres, mientras el 61 por ciento corresponde a doctorado. En cuanto a la investigación, la relación se mantiene 50 y 50, siendo un 57 por ciento que se desempeña en la educación superior y un 55 por ciento en el sector público. Aunque en el sector privado las investigadoras alcanzan el 43 por ciento de las plazas, siendo las ciencias médicas el área donde más se concentran con un 64 por ciento, seguido de las ciencias naturales con un 55 por ciento. Por su parte, en ingeniería solo llegan al 41 por ciento.
Para el caso de Singapur, los resultados son divergentes por cuanto las mujeres conforman el 53 por ciento de las estudiantes de ciencias en pregrado, sin embargo descienden a un 44 por ciento en doctorado. Esto se intensifica en la cantidad de investigadoras, donde se reducen en un 30 por ciento. Una realidad similar se percibe en los sectores productivos, donde el sector público solo cuenta con un 36 por ciento de composición femenina, la academia con 34 y el sector privado con apenas un 26 por ciento de mujeres.
Por último, Vietnam presenta la misma relación de los países anteriores con una mayoría de mujeres en carreras científicas de pregrado, con un 53 por ciento. La cantidad de estudiantes mujeres se reduce en estudios de doctorado a un 42 por ciento y en un 45 por ciento la cifra de investigadores. De todas ellas la educación superior solo absorbe un 46 por ciento, mientras que en el sector público solo un 38 por ciento de la investigación es realizada por mujeres. En el sector privado la cifra es aún menos, siendo el 37 por ciento la cantidad de investigadoras.

La ciencia es aún un espacio con pocas mujeres

Enseguida, la BCN asevera que a pesar del avance de algunas naciones en integrar a más mujeres en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pareciera que aún quedan espacios donde es necesaria la reducción de brechas. Esta es la opinión de Vania Figueroa, doctora en ciencias, quien respalda la teoría sobre las barreras culturales. “El problema es transversal entre todas las naciones y eso obedece a que los cimientos de la cultura son patriarcales, es decir que todos los espacios están masculinizados y la concepción de las ciencias ha sido una agencia producida por hombres y para hombres, con una interpretación desde lo masculino. Por lo tanto, para las mujeres penetrar en ese mundo con esos códigos ha sido históricamente muy difícil”, señaló.
En relación al trabajo complementario entre hombres y mujeres, agregó que es la mejor manera de afrontar los desafíos del desarrollo científico y tecnológico. “La evidencia al respecto es contundente, primero no hay diferencias biológicas en las capacidades, los cerebros de hombres y mujeres son un mosaico de capacidades y durante mucho tiempo la neurociencia hecha por hombres ha tratado de demostrar lo contrario y ha fracasado en el intento. Los estudios dicen que los equipos que tienen equilibrio de género o son más diversos, más competitivos y generan mejores resultados. Por lo tanto, un equipo más diverso tiene más posibilidad de generar innovación competitiva e investigación de mejor calidad. Quienes han entendido eso ha sido la empresa privada, pues teniendo más mujeres en posiciones de liderazgo se hacen empresas más competitivas”, sostuvo.

Mujeres y ciencia en la realidad chilena

Por último, se refiere a la realidad chilena, señalando que en el Reporte Global de Brechas de Género, nuestro país ocupa el puesto 63 y según el informe de la Unesco, hay más mujeres en la universidad, pero son pocas las que escogen carreras científicas. Esto se explicaría por varias razones, entre las que destacan los estereotipos y los obstáculos propios de las responsabilidades familiares. De los estudiantes de doctorado, solo un 43 por ciento son mujeres, mientras que de los investigadores el porcentaje solo llega a 33 por ciento. En el sector público la presencia de investigadoras alcanza un 42 por ciento, mientras que en la educación superior y el sector privado, un 33 y 28 por ciento respectivamente.
Esta situación es explicada por Vania Figueroa como un problema que nace en las universidades. “ Aquí en la región somos el segundo país con la menor tasa de participación de mujeres en ciencia y tecnología, con un 32 por ciento. En Brasil y Argentina han superado la paridad en este ámbito. Nosotras como red de investigadoras hemos detectado que si bien la principal institucionalidad de ciencia y tecnología vigente es Conicyt ha implementado ciertas acciones afirmativas para fomentar la participación de mujeres y adjudicar fondos de investigación, estas no son suficientes, no son efectivas porque la mayoría de estos proyectos se tienen que ejecutar en instituciones que están profundamente masculinzadas, como las universidades”, explicó.
En su opinión, es al interior de las instituciones académicas donde se producen las brechas de género. “Una investigadora puede ser exitosa en adjudicarse un fondo, pero eso se tiene que implementar en un contexto masculinizado donde hay discriminación, donde se le restringe su participación. A las académicas, por lo general, nos dan más trabajos administrativos y estamos reproduciendo labores de cuidado que son las que siempre se han asociado a lo femenino. Tenemos que cargar con más alumnos, por lo tanto, eso va en desmedro de nuestra actividad científica”, agregó.
Con el fin de revertir esta situación, plantea que es necesaria la realización de reformas a nivel nacional. “Creemos que es necesario integrar la dimensión de equidad de género en la acreditación de las universidades. No puede ser posible que las universidades se acrediten y lleven este sello de calidad que les hace ser receptores de fondos públicos y no tengan medidas efectivas para segurar equidad de género en todos sus estamentos. Por lo tanto, podemos seguir implementando acciones, pero finalmente el 80 por ciento de la actividad de investigación en Chile se desarrolla en las universidades y la participación del sector privado es mínima. Hay que intervenir en la universidad a través de la acreditación”, sentenció.

 

Vea texto íntegro del documento 

 

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