“Me tiraron al suelo, me esposaron y me introdujeron a rastras en un furgón policial, donde me dieron puñetazos en la cara varias veces”, le explica a Barbora ?ernušáková, investigadora de Amnistía Internacional, Rafal Suszek, profesor universitario.
La investigadora relata que le ocurrió la semana pasada, cuando participó en un acto antifascista convocado en Varsovia el día en que entró en vigor la Ley sobre el Instituto del Recuerdo Nacional, conocida como “ley del Holocausto”.
A mismo tiempo, manifestantes de extrema derecha que coreaban lemas nacionalistas marcharon por la ciudad con antorchas encendidas.
Al igual que otros participantes en el acto, Suszek intentó bloquear a los grupos de extrema derecha, conocidos por su xenofobia y su intolerancia, pero, como muchas de las personas que tratan de oponerse a la creciente marea de nacionalismo polaco, acabó siendo golpeado, esposado y detenido.
A continuación la investigadora explica que en virtud de la controvertida ley del Holocausto, ahora se considera delito que alguien, aparentemente en cualquier lugar del mundo, acuse a la “Nación polaca” de complicidad en crímenes cometidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Además de disponer cómo se permitirá a la gente hablar del pasado de Polonia, la ley tiene también peligrosas consecuencias para el futuro del país.
En principio, señala, la finalidad de la ley, que va en contra de las obligaciones contraídas por Polonia en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, era impedir que se llamara a los campos de exterminio nazis de la Polonia ocupada “campos polacos”.
Pero, arguye, lo cierto es que tiene un alcance mucho mayor. Lo que está en juego no son los hechos ocurridos en torno a la Segunda Guerra Mundial, sino la libertad de expresión y la aplicación desmedida de la ley para reprimir las opiniones disidentes. Al ilegalizar todo pronunciamiento, declaración escrita o imagen que parezcan dañar “la reputación de la República de Polonia y la Nación polaca” o que sugieran que hubo responsabilidad o complicidad polacas en los “crímenes nazis”, restringe aún más el derecho a la libertad de expresión y tendrá un efecto negativo más en general.
Luego asevera que desde manifestantes pacíficos hasta historiadores o desde docentes hasta periodistas, toda persona que discrepe abiertamente del discurso nacionalista oficial de la política polaca o de su versión de la historia –a saber, que Polonia y la población polaca fueron sólo “víctimas” de los acontecimientos históricos y no cometieron ningún crimen– está expuesta a ser procesada y encarcelada.
La ley, explica enseguida, permite también a las autoridades iniciar procesamientos por este tipo de “delitos” cuando se comenten fuera del territorio polaco, incluso en el caso de los medios de comunicación extranjeros. La ley del Holocausto se utilizó por primera vez la semana pasada, cuando la Liga Polaca Antidifamación, organización nacionalista afín al Gobierno de Polonia, presentó una denuncia contra un periódico argentino.
Por ello, destaca la valentía de Suszek de no callar debe ser celebrada por quienes creen en la libertad de expresión.
El periódico, Página 12, había utilizado una fotografía de combatientes anticomunistas polacos tomada en 1950 en un artículo sobre el pogromo de la localidad de Jedwabne, donde centenares de judíos murieron a manos de sus vecinos polacos durante la Segunda Guerra Mundial. Según la Liga Polaca Antidifamación, constituía una “manipulación que tiene por objeto dañar a la nación polaca”.
De acuerdo a Amnistía el presidente del Senado de Polonia ha explicado que la ley va dirigida a los ciudadanos polacos, incluidos los que están fuera del país. En una carta reciente ha pedido a los polacos que viven en el extranjero que documenten “todas las manifestaciones de expresiones y opiniones […] antipolacas que nos dañen” y los ha instado a notificar a sus embajadas “toda calumnia que afecte a la buena reputación de Polonia”.
Por último, la investigdora manifiesta que la valentía de Suszek de no callar debe ser celebrada por quienes creen en la libertad de expresión.
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