Cabe señalar que cualquier país que quiera formar parte de la Unión Europea debe abolir la pena de muerte como requisito, la cual está prohibida en los 28 países miembros.
Así, todos los nuevos miembros de la Unión, pertenecientes al desaparecido “telón de acero”, como Polonia, Rumanía, Bulgaria o la República de Chequia, por ejemplo, han tenido que renunciar expresamente a ella, prohibiéndola en sus respectivas constituciones.
Ello, es la consecuencia directa de la implementación y el respeto al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, más conocido como la Convención Europea de Derechos Humanos o Convenio Europeo de los Derechos Humanos.
Para el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el Convenio es “su Biblia”. En todas y cada una de las sentencias que emite decide si el país demandado, en cuestión, ha vulnerado el Convenio o no.
Cabe recordar, que el mencionado Convenio fue adoptado por el Consejo de Europa el 4 de noviembre de 1950 y entró en vigor en 1953. Tiene por objeto proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas sometidas a la jurisdicción de los Estados miembros, y permite un control judicial del respeto de dichos derechos individuales.
Tiene su origen en la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, consecuencia directa de las atrocidades que los nazis llevaron a cabo en los campos de exterminio, como el de Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor o Treblinka, entre otros -fueron, en total, 50- en los que fueron asesinados más de 10 millones de seres humanos, y de lo que ha quedado constancia en una placa, a la entrada de la sede de esta institución, en Estrasburgo, Francia.
Por tanto, el Consejo de Europa es una consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial. Hoy es una institución central y clave en nuestro devenir histórico. El eje político esencial.
Nació en 1949 por voluntad de Bélgica, Francia, Luxemburgo, Países Bajos y Reino Unido, a los que se unieron Irlanda, Italia, Dinamarca, Noruega y Suecia, con el objetivo de fomentar y afianzar la democracia en Europa, defender los derechos humanos y la supremacía de la Ley y el Derecho sobre todas las cosas.
Por ejemplo, España se adhirió al Consejo de Europa el 22 de noviembre de 1977, en plena transición. La Constitución de 1978 abolió la pena de muerte, como era preceptivo. Y en 1985 entró en la Comunidad Económica Europea, que luego cambió su nombre por el de Unión Europea.
Hoy forman parte del Consejo de Europa 47 países, es decir, los 28 países de la Unión y 19 más que no forman parte de ella, como Rusia o Ucrania, por ejemplo.
No se debe confundir el Consejo de Europa con la Comisión Europea, ni con la misma Unión Europea. El Consejo de Europa está en otro plano de importancia ideológica.
Ser miembro del Consejo de Europa es también una condición sine quanon previa si se quiere ser miembro de la Unión.
Porque el Consejo de Europa es el que fija una serie de estándares básicos que deben cumplir los países aspirantes a tener un sistema democrático en el que se respeten los derechos y libertades fundamentales.
Recomienda las reformas políticas, legislativas y constitucionales que deben realizarse. Son estándares y reformas cuyo cumplimiento tiene muy en cuenta la Unión Europea a la hora de acoger a un nuevo miembro.
Por: Carlos Berbell y Yolanda Rodríguez.
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